22:46 EL MURO DE LOS LAMENTOS

Eso es lo que es Chacarita, que bajo ninguna circunstancia, mereció irse con las manos vacías. Porque fue el que hizo el gasto a los ponchazos, como pudo o como fuera, el que generó demasiadas situaciones como para tener que resignarse a miserable actualidad. Independiente, apático y desdibujado, lo venció 1 a 0 con un cabezazo de Tuzzio, y se colgó de la punta en soledad del Clausura.
El Funebrero, de arranque irrespetuoso y altanero, fue rápidamente abofeteado por el compadrito de Avellaneda, que con un andar retraído pero de temer a la hora del estiletazo, lo moderó hasta llenarlo de impotencia, quitándole los recursos de juego y obligándolo a rasparse el bocho para intentar empardar la partida.
El diablo fue siempre mezquino, sencillo en su postura de esperar. Afirmado en defensa, y más aún después de la ventaja en el marcador, batallándole palmo a palmo la franja central con el doble pivot central de Acevedo y Vittor (entró por el fracturado Busse). Independiente lució –sobre todo en la primera etapa-compacto, pragmático, sin lujos pero con la inteligencia puesta al servicio de la causa del Nacho Piatti para mover los lazos, y con la referencia de Silvera más retrasado para involucrarse en la gestación del fútbol.
El conjunto de Gamboa, no es de los que escatima en gastos. Va, busca el destino y lo busca en bloque, dentro de un todo. A veces, nutrido de una fineza y de un juego claro, y en otras, dentro de un contexto descuidado apelando más a lo casual, al error ajeno. Pero con el transcurrir de los minutos y ver frustradas tantas chances de gol, por impericia propia o la gran tarde de Gabarini, lo fueron cegando a la hora de tomar decisiones importantes. Y también, porque en ese canal de intensidad en el que juega, lo hace fundir viela en la media del encuentro, dejándole espacios al equipo de Gallego para que lo liquidara, que nunca ameritó en líneas globales ser quién terminara llevándose la contienda.
Al pitar el final Abal, los fieles endiablados saltan entusiasmados. Mueven sus estandartes al compás de la punta, al son de un colectivo que va lleno de esperanzas hacia el tan ansiado campeonato. Los Funebreros, se retiran con la cabeza gacha, magullando bronca y desencanto. Pero con las palmas resquebrajadas de tanta gratitud para con sus jugadores. El rojo festejó pese a su poca intención de atacar, y Chaca hace lo propio, pero para olvidarse que los resultados lo esquivan una vez más, y que el promedio, cada vez, se enflaquece un poco más.

IVÁN ISOLANI
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