20:53 LAS BATALLA DE LAS CONSTELACIONES TRUNCA

Es difícil describir las sensaciones que un partido como éste genera. Si uno lo ve bajo la lupa del Constructivismo, es decir, la No realidad vista como realidad, pensar en nombres como Drogba, Eto’o o Milito, delanteros que rompen redes todos los fines de semana y sólo sacian su sed con los goles. O talentos como Ballack y Lampard por el Chelsea, o Sneijder por el Inter. Lo hacen ilusionar a uno y pensar en un partidazo.
Pero si caemos a la realidad, y se pone en el análisis que el técnico del conjunto inglés –necesitado de un gol para poder cruzar la frontera de los Octavos por Sexta vez en 7 ediciones- es italiano y pregona ante todo la rigidez en el costado defensivo. Y a través de ese poder, edificar al o largo de los 90 minutos, a base de esfuerzo, la victoria. Y en el otro banquillo, un hombre tan cerebral y meticuloso en cuanto a detalle humano-futbolístico note, como José Mourinho. Entonces, el partido de los nombres y la batalla de las constelaciones casi seguro se convertiría en un partidito terrenal.
El Inter planteó su ajedrez táctica de manera ofensiva, presionando con tres puntas y un creativo como Sneijder para entorpecer el armado de juego que armaban entre Ballack y Lampard.
El vaivén de la pelota hizo un encuentro sin dueño, porque ninguna de las dos escuadras oficiaba de actor de reparto, no esperando movimientos ajenos para actuar. La zona central del campo era de transición, con Cambiasso y Motta como aduana, abroquelándose cerca de la defensa.
Ambos se movían en bloque, con poca gente simple a la marca, haciendo del balón rodara de tres cuartos a tres cuartos. Cuando no se hacía del balón, la consigna era que Eto’o y Pandev retrocedieran por las bandas para ocupar posiciones en defensa. Justamente, por el sector del camerunés, el ruso Zhirkov subía y quedaba como un volante más, y Malouda se cerraba a espaldas de los medios.
El Chelsea, sin argumentos más que la desesperación por saber que su eliminación iba cocinándose a fuego lento, adelantó sus líneas y trató de juntar a Malouda con los ingresados Joe Cole y Salomón Kalou para generar profundidad.
Para reordenar las fichas, Mourinho apelaba a las dos líneas de cuatro, y ubicaba a Eto’o como delantero neto y por la izquierda. Y en la primera de cambio, el holandés Sneijder vio levantar vuelo al picante delantero africano, y lo dejó cara a cara con el portero Turnbull, que nada pudo hacer ante el remate seco del goleador. No era un premio a la búsqueda, sino una consecuencia por la solidez que mostró todo el equipo italiano, al aplomo con el que encaró los 90 minutos, y castigo a la tibieza de un Chelsea sin argumentos y sin un circuito de juego claro. Nunca tuvo un plan más que la disciplina táctica y el desnivel de las individualidades, que jamás aparecieron.
El Inter vuelve a recordar lo que eran los Cuartos de una Champions, y el Chelsea también recuerda, pero lo que es volver a ser derrotado en su casa por este certamen, luego de 21 partidos.


IVÁN ISOLANI