20:25 UN OASIS EN EL DESIERTO

En medio de una desconcierto casi total, en donde la improvisación o algún favor del destino pasan a tener la última palabra, esta clamorosa actuación de Boca ante River es, sin dudas, un oasis en el desierto.
Motivados y apegados a un fin común, hacia un objetivo, Boca comenzó a ganar desde la postura. Con la intimidante presencia de Muñoz – improvisado lateral por derecha- y del colombiano Bonilla en defensa, sumado a la garra y a la promesa de jamás abandonar una batalla de Gary Medel y Jesús Méndez. Claro, el Xeneize no fue todo hacha, porque la tiza la ponían el propio Méndez siendo siempre salida clara y un socio en todos los sectores, ayudando en la conducción a Román Riquelme, de tremenda factura para mover todos los hilos del conjunto.
A los 13 minutos, una avivada del propio JR, traducida en un buscapié que sorprendió a todos, para que Medel le punteara la pelota a Vega y abriera el marcador. Locura desatada en casi todo el estadio, celebrando y avivando el grito de los jugadores arriba del alambrado. A lo Manteca Martínez en otro superclásico.
Méndez bien plantado en el centro del campo, con el Pitbull trasandino mordiendo en todos lados, el no complicarse de la última línea, le daban a Boca una confianza por las nubes en el sector más flojo. Y en la única que se equivocaron, Funez Mori quedó cara a cara con García, pero los nervios y la juventud lo traicionaron a la hora de asegurarla.
Boca, en todo momento fue una tromba, un conjunto con muchos y valiosos argumentos como para barrer al Millonario de la cancha. Desfilaban los pases de un sector a otro, buscando siempre al compañero libre. La jugada del segundo gol la inició Riquelme habilitando a Monzón, que como un rayo, lo dejó atrás al veloz Ferrari y lo vio entrar a Gaitán, que vivo, dejó pasarla para la entrada otra vez de Medel, que de frente al arco, le rompió el arco a Vega. Un inesperado superhéroe se vestía de goleador en el superclásico.
El fiel reflejo de los ánimos de un conjunto y otro se evidenciaron en una trabada con alma y vida de Muñoz, con toda sapiencia y vehemencia cerca de Alvez, que se rompió las palmas para vivar semejante muestra de jugar y defender la causa. Con la euforia del resultado y el fervor de la gente, a Medel se le escapó la piernita ante Almeida y vio la roja, empañando un poco su gran actuación.
El rostro y la efusividad de jugadores y cuerpo técnico fueron el reflejo de esta victoria, y también, el espejo de la historia del club de la ribera. Boca nunca dejó de meter, con una actitud que fue contagiándose con el correr de los minutos y que se erigió con la gran diferencia entre ambos equipos. Igual, a no perder el foco de la real cuestión, y saber que esto es sólo un oasis entre tantos kilómetros de desierto.

IVÁN ISOLANI

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