Se pusieron de espaldas, con el arma calentándole su mano más hábil. Se fueron distanciando uno del otro, y cuando se dieron vuelta, no se tiraron a matar. Apenas empuñaron, endebles, sus armas y se tiraron con balas de salva. En este duelo del lejano norte, en Victoria, Tigre y River apostaron el poco dinero de sus bolsillos en la faz defensiva, y se quedaron sin nafta a la hora de romper el 0.
Con la intención de abarcar cuantitativamente el círculo central, tanto el Matador con el Millonario buscaron predominar, desde su zona céntrica, para luego intentar encontrar a los creativos por detrás de los contenciones. En la primer etapa, de eso se agarró el ataque de los de JJ, con Lanzini y Lamella intentando verticalizar el juego para abastecer al solitario Pavone.
Bota, por el lado del local, era el único que intentaba conducir a los suyos, en eterna soledad por las malas actuaciones de Román Martínez y de Cachete Moralez.
Lo cierto es que ninguno tuvo las armas como para merecer mejor suerte. Cada aproximación era en cámara lenta, con mucho toquecito intrascendente de una punta a la otra, sacando más bostezos que esperanzas.
Más dudas que certezas se llevarán JJ López y Arruabarrena en sus mentes. El poco volumen de juego, la tibieza para vulnerar los anticuerpos defensivos del rival, y el exceso de voluntades para la transición ataque defensa.
IVÁN ISOLANI
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