21:32 CICLÓN FULMINANTE



Un Ciclón. Dos ráfagas. Dos golpes al mentón del guapo platense, y adiós combate. En apenas un puñado de minutos, dos de los nuevos tuvieron su bautismo de gol y reavivaron la llama de la ilusión en Boedo. Un equipo inteligente, que no cayó cuando el oponente lo fustigó, y aprovechó el quedo para marcar.
Estudiantes iba, proponía. Ocupaba mejor los espacios en la mitad de cancha, con Braña y Verón volcando todas sus batallas a dúo al servicio de hacer funcionar al resto del equipo. Las intervenciones del colombiano Carbonero, haciendo permanentes diagonales al medio para aparecer por sorpresa, le añadía a Bianchi Arce y a Bottinelli otra preocupación además de la referencia de Boselli, y la ocupación inteligente de los lugares vacíos de la Gata Fernández. Kalinski y Ortigoza peleaban por no perder el bastión central, el Santo quedaba descompensado en su andamiaje defensivo.
San Lorenzo elegía regalar la primera para apostar por la rapidez del contragolpe. En la búsqueda de las espaldas de los volantes externos, se comenzaba a pergeñar todo intento de Sanloré. Bazán por izquierda y Méndez por derecha, bien abiertos para dejar espacios de maniobra a Gigliotti por el centro, como única referencia.
En el complemento, a los 14’, con la tónica de San Lorenzo replegado en corto para atraer a las diferentes piezas del rival, y así poder maximizar la explotación de los espacios vacíos con la rapidez como estandarte. En la primera de las oportunidades, Gigliotti se escapó por el sector de Desábato, y a pura potencia, el goleador definió apenas pisada el área cruzado ante la salida de Villar. Tres minutos después, otra vez la última línea Pincharrata adelantada, sin retroceder marcando los mediocampistas, quedó absolutamente sólo Gabriel Méndez, que encaró a Justo Villar y, antes de perder la posibilidad, remató como pudo y la pelota ingresó al arco desnudo.
Con ese colchón de goles, los Guachos de Boedo continuaron con la tesitura de abroquelarse en propio campo, y dejar que Estudiantes agotara sus variables y se chocara contra su propia impericia.



IVÁN ISOLANI