22:54 ES SÓLO UN MOMENTO


Es sólo un momento. Es una mirada hacia atrás (aunque esta vez fue en directa opuesta). ¿Cuál es el camino? Se preguntaron toda la noche. Y así nada más. Dos equipos sin revolución ni rebelión. Salirse del libreto cuesta mucho en este fútbol argentino. Newell’s no sintió el cosquilleo de poder ganarle a un grande capitalino, y Boca, que de a poco se acostumbra a la apatía. 90 minutos a la altura de la actualidad. De nuestra actualidad, donde todos son banca, y asusta sentirse punto. Boca se lleva el sandwich, cuando ni las migas mereció. Conexión Viatri-Mouche y a cobrar. Demasiado negocio entre tanta crisis y default.
Los costados, un sacrilegio. El medio, agua en el desierto. En un principio, de ida y vuelta. Si argumentos ni criterios para diagramar cómo ir, y con dificultades y espacios varios para luego desplegarse con la juventud y su rapidez en la ofensiva, la contención y el aplomo de los experientes Mateo y Bernardi.  
El Xeneize sufrió durante grandes pasajes la transición a posiciones defensivas. Chávez y Erviti volvían al trotecito y sin contrición a la persecución, entonces Somoza, expuesto, pasó los minutos debatiéndose entre el salir a cortar de raíz los avances, o meterse en la trinchera y combatir a la par de los centrales. Roncaglia y Clemente mucho hacia adelante no iban, porque la constante rotación y búsqueda de los huecos de Sperdutti y Noir por todo el frente de ataque, sumado a las rupturas por sorpresa de Figueroa y Vangioni, obligaban a no desarmar la última línea.
Con poca cooperación para recuperar de los volantes externos, ni tampoco buscar la profundidad yendo hasta el fondo, Riquelme estaqueado como un complemento del volante central, solamente encontró en los bochazos cruzados al corazón del área de Peratta, la única vía para arrimar cierta peligrosidad. Viatri como referencia bancando a los grandotes, más Cvitanich haciendo constantemente la diagonal, eran las credenciales de la visita.
Boca se vistió diferente para el complemento. Más suelto y serio para proponerse hacer pesar sus calidades y argumentos. Cvitanich continuaba fresco, inquieto para no sólo centralizar su juego, sino que se involucraba en la circulación de la pelota, aguantando para descongestionar la cantidad de camisetas rojinegras en su campo.
Pero se quedó sólo en arrestos, no fue una máxima. Cuando la Lepra logró armonizarse y reencontrarse con sus bases, el partido volvió a ser el del NI. Confuso, jugado casi en su totalidad en el círculo central y aledaños, sin que, desde ese búnker estratégico, hubiera variantes o inteligencia para cambiar el andar del trámite. Navegando hacia un inevitable empate, Viatri –una vez más de espaldas al arco-, logró girar y con la visión periférica activada, vio la diagonal de Mouche a espaldas de Pellerano, que de mediavuelta desenfundó de derecha para cruzarla y dejar estaqueado a Peratta. Mucho premio para poca inversión.


IVÁN ISOLANI