23:18 APROVECHÓ LAS CIRCUNSTANCIAS

Sin mostrar una superioridad ni una mejoría en su engranaje táctico, pero sí sirviéndose de las vicisitudes del rival, Boca se trajo oro desde Bahía Blanca al ganarle al Olimpo por 3 a 1, en el cierre de la Sexta Fecha. Noche de torres en el sur, porque marcaron Viatri, Palermo e Insaurralde para el Xeneize, mientras que Cobo había marcado la transitoria igualdad en la primera etapa.
Con Escudero en clara tendencia a las diagonales para coproducir el armado del circuito futbolístico del xeneize junto al Pochi Chávez. A los 14’, una rápida contra, con cesiones de primera y desmarques precisos, Chávez sirvió a Palermo, que pivoteó para la entrada de Viatri, que la agarró como venía y la clavó a media altura pegada a un palo. Un golazo por la concepción, y por la velocidad del contragolpe y la sorpresa.
Sin llegar a estacionarse en el triunfo, Galván atrajo la marca endeble de Escudero por el carril derecho, y le permitió la escalada al lateral Casais, que llegó hasta el fondo y mandó un centro punzante, que Cobo alcanzó a puntear ante la floja salida de Luchetti. De ida y vuelta el trámite del juego en los primeros minutos del partido.
Las grietas en el fondo xeneize comenzaban por los costados, en donde las subidas sin oposición de los laterales, en conexión con los carrileros, hacían de cada ataque del aurinegro un problema. Porque a Battaglia y Erbes, ese desequilibrio los obligaba a patrullar más pegados a los costados, y ahí ya se filtraban las primeras goteras. Y para cumplir con la función, los pelotazos para que Del Orte la aguante y descargue para los llegadores, o la constante movilidad del paraguayo Bareiro por las bandas, definitivamente constituían un panorama oscuro para la visita.
Una mala salida de Longo por izquierda, que quiso salir con un pelotazo, pero por desgracia rebotó en la marca del ingresado Cañete, y fue a parar al punto del penal, en donde Palermo recogió la basura y fusiló de derecha a Tombolini. Si hay goles insólitos, ahí está Palermo. De la nada, Boca recibía un lindo regalo del anfitrión bahiano en el meridiano del complemento.
De la igualdad en los pies de Role, a pagar caro las desatenciones en defensa, en el terror de los entrenadores: perder la marca por mirar la pelota en segundas jugadas. A los 23’, otro rebote capturado por Palermo tras un centro a balón parado, y sin mirar, mandó un centro pinchado al segundo palo, que encontró al chaqueño Insaurralde sólo para empujarla y alargar distancias en el marcador.
Ese tercer gol fusiló toda esperanza de remontada de Olimpo, que se arrastró como pudo y pocas chances pudo inventar con ese estado de ánimo.




IVÁN ISOLANI
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