
Como variante posicional, cuando el Barça salía con pelota dominada, los laterales brasileros se acoplaban a la línea de volantes, y Mascherano retrasaba su posición para quedar como el último hombre entre los centrales. Un modo brasilero de disponerse en la cancha cuando se está en postura ofensiva.
En 30 metros, el conjunto Tatarstansti resumía a toda su tropa, ubicados detrás de la línea del balón y amontonándose con la entrada y salida de la línea de 5 defensas para cerrar las espaldas de los mediocampistas, y no permitir las habituales diagonales de Villa o Pedro.
Un buen interrogante para el Barça, que debía hacer coincidir precisión más rapidez para responder a los anticuerpos, al agrupamiento tan ajedrecístico e interesante del Kazan. ¿La receta? Toques de primera, mucha movilidad y panorama al instante para decodificar los paisajes por donde apretar el acelerador.
La aparente renuncia a todo acceso ofensivo también, era una tentación para sumar gente y parar sus filas cada vez más lejos de Valdés, y estacionarse ya definitivamente en campo contrario. Pero, cuando las funciones defensivas estaban cubiertas, desplegaba el local a Kaleshin por izquierda y al turco Karadeniz a espaldas de Alves y encarando en pleno a Piqué. Corto pero elástico sistema, el DT Berdyev atraía al oso con las mieles del terreno y la pelota a su merced, pero con la oposición y la movilidad para marcar el espacio y negar intenciones ajenas, cerraba su trinchera.
A los 28’, Kaleshin había seguido obediente la escalada de Alves, y cuando pudo, vio el claro por ese sector y rompió profundo e hiriente. La torpeza y el apuro para impedir la concreción de la contra, llevó al lateral Culé a voltearlo desde atrás. Penal que el capitán ecuatoriano Novoa se encargó de convertir.
Sin ideas, reconvertidas ante las circunstancias, Barcelona continuaba apilando hombres tras la frontera terrenal, pero no cambiaba de marcha, y no terminaba de hacer una plena utilización de sus recursos. Hasta que, casi pisando el primer cuarto del complemento, el georgiano Salukvadze, en su afán de volver para hacer de soporte al cierre de Navas, se llevó puesto a Iniesta y el árbitro turco Çakir sancionó la pena máxima. Otra burda infracción dentro del área, que Villa tomó con eficacia para empatar.
IVÁN ISOLANI
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