Grande Lepra, que sacaste el pecho en tierras lejanas, que no dejaste que te abofeteara el coloso Liga hasta el final, y que ganaste el partido, aunque hayas perdido en el resultado 1 por 0, pero te llevaste flor de victoria en cuanto a todo lo que rodeaba a esta serie.
En los primeros minutos, el uruguayo Salgueiro se tiraba a espaldas de Vella, para sacar a Alayes al costado y, que los delanteros jueguen el mano a mano con Schiavi y Cichero en el punto del penal. Luego, cambió de banda, volcándose para usar el desgaste que Estigarribia sufría por salir a buscar tan lejos a Reasco.
Por ese sector, el conjunto azucena era profundo, y de no ser por el travesaño y la enorme figura de Peratta, la suerte podría haber sido otra de arranque. La diferencia estaba en el aire de los carrileros. Los de la Lepra, se debatían en el control y el bloqueo de los volantes albos, como primera función, y cuando el equipo tenía la pelota, tocar en corto, ser opción de pase posible y, leer las jugadas y acompañar a los delanteros.
Con los aleros sometidos y maniatados, Liga soltaba a Salgueiro y a Luna hacia las bandas, para obligar a los stoppers a tener que desproteger su zona y así volcar todos los cañones dentro del área. Pero no era un predominio mayúsculo el que establecía el local, porque convivía con el miedo del mal retroceso, del descuido del trío de hombres ofensivos de Newell’s, y la distancia entre la línea de volantes, en clara postura de ataque, y la última línea, que debía adelantarse para achicar espacios y para no dejar tantos metros sin cubrir.
En la segunda etapa, la misma tónica. Liga adelantado en el terreno, poniendo e imponiendo sus hombres de mitad de cancha hacia Peratta, pero impreciso, con poca contundencia y visibilidad de los caminos por donde punzar al rival. Newell’s igual, con Mateo retrocediendo y haciendo de relevo para los del fondo, y con Bernardi soltándose –cuando la circunstancia así lo pedía- para llevarle el balón a los de arriba.
Faltaba poco, y los de Sensini lo aguantaban bien, cada vez más quietos en su posición a causa del cansancio, pero no sufrían más de la cuenta. Hasta que, el moreno Walter Mamita Calderón, que había entrado hacía sólo un par de minutos por Barcos, pudo vencer a Peratta con un tiro que entró besando el palo derecho.
Ya sin restos físicos, Newell’s intentó, pero la suerte ya estaba echada.
En los primeros minutos, el uruguayo Salgueiro se tiraba a espaldas de Vella, para sacar a Alayes al costado y, que los delanteros jueguen el mano a mano con Schiavi y Cichero en el punto del penal. Luego, cambió de banda, volcándose para usar el desgaste que Estigarribia sufría por salir a buscar tan lejos a Reasco.
Por ese sector, el conjunto azucena era profundo, y de no ser por el travesaño y la enorme figura de Peratta, la suerte podría haber sido otra de arranque. La diferencia estaba en el aire de los carrileros. Los de la Lepra, se debatían en el control y el bloqueo de los volantes albos, como primera función, y cuando el equipo tenía la pelota, tocar en corto, ser opción de pase posible y, leer las jugadas y acompañar a los delanteros.
Con los aleros sometidos y maniatados, Liga soltaba a Salgueiro y a Luna hacia las bandas, para obligar a los stoppers a tener que desproteger su zona y así volcar todos los cañones dentro del área. Pero no era un predominio mayúsculo el que establecía el local, porque convivía con el miedo del mal retroceso, del descuido del trío de hombres ofensivos de Newell’s, y la distancia entre la línea de volantes, en clara postura de ataque, y la última línea, que debía adelantarse para achicar espacios y para no dejar tantos metros sin cubrir.
En la segunda etapa, la misma tónica. Liga adelantado en el terreno, poniendo e imponiendo sus hombres de mitad de cancha hacia Peratta, pero impreciso, con poca contundencia y visibilidad de los caminos por donde punzar al rival. Newell’s igual, con Mateo retrocediendo y haciendo de relevo para los del fondo, y con Bernardi soltándose –cuando la circunstancia así lo pedía- para llevarle el balón a los de arriba.
Faltaba poco, y los de Sensini lo aguantaban bien, cada vez más quietos en su posición a causa del cansancio, pero no sufrían más de la cuenta. Hasta que, el moreno Walter Mamita Calderón, que había entrado hacía sólo un par de minutos por Barcos, pudo vencer a Peratta con un tiro que entró besando el palo derecho.
Ya sin restos físicos, Newell’s intentó, pero la suerte ya estaba echada.
IVÁN ISOLANI
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