Delicado, pero majestuoso. En corto para ir colmando al sistema defensivo rival,y la estocada larga para cambiar radicalmente el rumbo, y acelerar para matar, tocar para sobrevivir. Así, el Barça demolió, humilló al Madrid en el Camp Nou. Lo redujo a una literal minucia, y a través de una clase que duró 90 minutos, le metió 5 y, como si fuera poco, le arrebató la punta de la liga española.
La telaraña comenzó a tejerse desde el minuto 0. Posesión, campo y un sin fin de argumentos que incluyeron rotaciones dentro de un sistema de entradas y salidas, para no dar referencias concretas a la defensa madrilista, que se adelantaba para acortar el margen de maniobra en tres cuartos de cancha.
Pero, el engranaje defensivo presentado por los Merengues, no confería ni entendía cómo contrarrestar esa constante movilidad hacia los espacios vacíos, y abarcaba el terreno pero no trabajaba en la persecución efectiva con el hombre que se desprendiera de esa telaraña. A los 9', Xavi fue el que apareció como referencia en el punto del penal, y ras la habilitación de Iniesta, se la tocó sutilmente por encima del cuerpo a Casillas.
Los dos contenciones del Real, no aparecían en la foto. Ni siquiera se dedicaban a hacer sombra, y obligaban a que el punto de partida de Di María y de Cristiano se sometiera ante cada escalada de los laterales Culés. Es que, la idea de Mourinho se desmoronaba si la premisa de disputarle la tenencia del balón al Barça no se llevaba a cabo. Y desde ahí, lograrse compactar pra cerrarle el margen y las posibilidades de desmarques.
A los 17, Xavi hizo una corta para atraer a la defensa, volcar a todo el dispositivo defensivo hacia la derecha, y su segunda intervención fue un cambio de frente para desarmar todo intento de resistencia por parte de los anticuerpos en retroceso, quel o tomó Villa, y en dos ocasiones, se deshizo de Sergio Ramos. En la primera, de antemano le había negado la referencia al golpe de vista al central, pero cuando soltó la estocada el estratega, el Guaje ya había dejado la raya y galopaba en diagonal hacia el centro. Y en el mano a mano, lo eludió por afuera y mandó un buscapié que Casillas no retuvo, y apareció el otro que a priori estaba alojado sobre la línea, y terminó marcando el segundo tras la siesta de Marcelo en la cobertura.
El Barcelona se floreaba, tocba en corto para seguir respirando, para poder defender a rajatabla su identidad y sus creencias. Con Messi de lanzador, y Villa como ejecutor de las acciones, toda la constenlación blaugrana se unía, para desflorar la pobre y endeble marcación que los de blanco intentaban.
Con dos verdaderas puñaladas de Lio para Villa, que apareció una vez por derecha y la otra por izquierda, para marcar un doblete fulminante, y ahogar toda sensación de remontada que en el Madrid parecía esbozar. El complemento fue un eterno repertorio de pases a voluntad, de cooperaciones, de movilidades con un sentido, con el fundamento de serle útil al portador del balón, pero a la vez para escaparle a la ridigez del tacticismo.
Cuando la orquesta sonaba, y declamaba sus últimas notas, Bojan se escapó por la derecha, otra vez a espaldas del lateral de turno, y de su envío bajo al punto del penal, Jeffren Suárez llegó primero y la empalmó con la parte interna del botín diestro. 5 a 0 clamoroso. Grosero, sublime para uno, un suplicio y una verdadera paliza para el otro.
IVÁN ISOLANI
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