Debía ganar o ganar, para poder seguir manteniendo la cabeza fuera del agua. Y pagó con creces el Fortín de Villa Luro, que con el ya habitual aporte de sus goleadores, venció a Tigre en el Amalfitani por 2 a 1. Pese a sacar adelante sin problemas el encuentro, con holgura y, hasta dándose el tupé de derrochar algunas ocasiones de contragolpe, Vélez terminó sufriendo tras el descuento de Castaño de cabeza.
La disparidad en algunos sectores del terreno, favorecía en un principio a los lungos del Matador, que conformaban dos líneas de 4 bien rígidas, que rodeaban y custodiaban el terruño de Islas. Pero, con las permanentes subidas de Bella por izquierda, sumado a que Moralez y el Burrito se alternaban para hacer daño por ese sector.
Tempranito, a los 10 minutos, el Enano inició una contra fugaz pero certera por el medio, aprovechando el lento y tardío retroceso del conjunto de Victoria, se la cedió a Martínez, que encaró y atrajo marcas, para ceder en el momento preciso para el Tanque Silva, que se tomó el tiempo para acomodarla para su diestra y le quemó la red a Islas. Gol psicológico, para imponer condiciones y comenzar a ganar la discusión de arranque.
En Tigre, todo pasaba por los músculos y por estabilizar tácticamente las cosas. Asegurando la posición en propio campo, y dejar a los 2 delanteros para esbozar una contra. Resignaba el criterio de Román Martínez para validar los roles de sus compañeros en el circuito de fútbol, y al ubicar a Galmarini y a Leone como laterales, éstos sufrían la imposición de los jugadores velezanos, por no saberse marcapuntas, y porque los dos carrileros ocupaban espacios, y no retrocedían con el hombre para ayudar.
Con el resultado a su favor, el Fortín cualificaba más cada momento de posesión, elegía cerebralmente el camino por donde privilegiar sus fuerzas. Ya no jugaba tan verticalmente, ni pisaba el acelerador cuando se juntaban sus mejores piezas por alguno de los costados, sino que apelaba más a distribuir a lo ancho los destinos del esférico.
Si la primera mitad había sido exclusivamente de la sociedad Moralez-Martínez, la segunda les pertenecía a los experimentados contenciones, que elegían cuando jugarla corta, y cuando buscar en largo a alguno que se desprendiera de la zona de volantes.
En otra contra fatal, el Burrito en plena mandada, gambeteó a Galmarini y, cuando se iba derecho para enfrentar a Islas, el Pato lo bajó dentro del área. Como ya tenía amarilla, Baldassi le mostró la roja. El propio delantero, se encargó de concretar la faena, por medio de un remate cruzado. El otro goleador de Vélez y del torneo, ponía su sello para alargar el resultado y comenzar a respirar más aliviados por Liniers.
Tras quedarse con uno menos, Tigre salió a quemar los cartuchos bien arriba, supliendo el traslado por la búsqueda aérea, por medio de corners o falta de los hombres de Vélez, en su mayoría cansados y abocados a posturas defensivas. A los 45’ cumplidos, Castaño fusiló a Barovero con un cabezazo a quemarropa, y le ponía suspenso a la noche. Pero, al conjunto de Caruso no le alcanzó para revertir el resultado.
La disparidad en algunos sectores del terreno, favorecía en un principio a los lungos del Matador, que conformaban dos líneas de 4 bien rígidas, que rodeaban y custodiaban el terruño de Islas. Pero, con las permanentes subidas de Bella por izquierda, sumado a que Moralez y el Burrito se alternaban para hacer daño por ese sector.
Tempranito, a los 10 minutos, el Enano inició una contra fugaz pero certera por el medio, aprovechando el lento y tardío retroceso del conjunto de Victoria, se la cedió a Martínez, que encaró y atrajo marcas, para ceder en el momento preciso para el Tanque Silva, que se tomó el tiempo para acomodarla para su diestra y le quemó la red a Islas. Gol psicológico, para imponer condiciones y comenzar a ganar la discusión de arranque.
En Tigre, todo pasaba por los músculos y por estabilizar tácticamente las cosas. Asegurando la posición en propio campo, y dejar a los 2 delanteros para esbozar una contra. Resignaba el criterio de Román Martínez para validar los roles de sus compañeros en el circuito de fútbol, y al ubicar a Galmarini y a Leone como laterales, éstos sufrían la imposición de los jugadores velezanos, por no saberse marcapuntas, y porque los dos carrileros ocupaban espacios, y no retrocedían con el hombre para ayudar.
Con el resultado a su favor, el Fortín cualificaba más cada momento de posesión, elegía cerebralmente el camino por donde privilegiar sus fuerzas. Ya no jugaba tan verticalmente, ni pisaba el acelerador cuando se juntaban sus mejores piezas por alguno de los costados, sino que apelaba más a distribuir a lo ancho los destinos del esférico.
Si la primera mitad había sido exclusivamente de la sociedad Moralez-Martínez, la segunda les pertenecía a los experimentados contenciones, que elegían cuando jugarla corta, y cuando buscar en largo a alguno que se desprendiera de la zona de volantes.
En otra contra fatal, el Burrito en plena mandada, gambeteó a Galmarini y, cuando se iba derecho para enfrentar a Islas, el Pato lo bajó dentro del área. Como ya tenía amarilla, Baldassi le mostró la roja. El propio delantero, se encargó de concretar la faena, por medio de un remate cruzado. El otro goleador de Vélez y del torneo, ponía su sello para alargar el resultado y comenzar a respirar más aliviados por Liniers.
Tras quedarse con uno menos, Tigre salió a quemar los cartuchos bien arriba, supliendo el traslado por la búsqueda aérea, por medio de corners o falta de los hombres de Vélez, en su mayoría cansados y abocados a posturas defensivas. A los 45’ cumplidos, Castaño fusiló a Barovero con un cabezazo a quemarropa, y le ponía suspenso a la noche. Pero, al conjunto de Caruso no le alcanzó para revertir el resultado.
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