La tarde pintaba chiva, trabajosa e incómoda para este Vélez urgido de la victoria. Pero, con la clase y el porte de sus jugadores, le dio una lección de fútbol al Tomba, y lo venció 4 por 0. El Fortín de Villa Luro, sacó pecho y mostró de su repertorio, los mejores y valederos argumentos para seguirle el rastro al Pincha por la pelea por el Apertura.
Mucha presión de Vélez en la salida de Godoy Cruz. En primer término, Martínez se ocupaba de hacerle sombra en su retroceso a Olmedo, y la línea de medios perseguía activamente a los posibles receptores. La mitad de cancha era la zona, con rotaciones, búsquedas permanentes de pequeñas sociedades para darle validez a la idea de ejecutar de uno y de otro.
De ida y vuelta se hacía en los primeros 15’, con el adelantamiento colectivo con pelota al piso que proponía el local. Con el incansable trajín de Villar, que era por momentos la rueda de auxilio por todos los sectores, y a su vez, tomaba el timón ofensivo par alivianarle al Mago Ramírez el tener que bajar hasta el círculo central.
Lo del Tomba era más en conjunto, mostrando todas sus variantes y argumentos al servicio del transportador del balón. Con toques en corto para componer las jugadas, pero no resignando a los estiletazos para aprovechar las diagonales de Carranza a espaldas de Bella. Vélez era todo imprecisión, sin lograr conseguir armar el juego, a partir de no disponer de la posesión, y de que en el recupero, le queden muy a trasmano Moralez y Martínez.
Dominaba ex profeso el equipo mendocino, maniatando y haciendo de Vélez sólo un actor de reparto, confinado a correr tras la pelota y no con ella. Pero, cómo será el juego que, en la primera posibilidad que tuvo el Fortín de soltar sus armas y presentar credenciales, llegó hasta el hueso. Bella demostró que lo suyo es el desnivel hacia delante, surcando conitos con su buena zurda. Se la cedió a Maxi para que desbordara como un puntero por la izquierda, y éste lo ubicó por el segundo poste al Tanque Silva, que hizo pesar su estantería sobre Zelmar García, y terminó empalmándola casi de tijera para abrir el marcador.
Godoy Cruz sintió el contragolpe al mentón, que le redujo sideralmente todo ese volumen de juego acumulado. Bajaba uno y subía el otro en la cotización del juego. Trabajando, construyendo esta victoria a partir de los anticuerpos en defensa, acurrucando a sus volantes en campo propio para no exponer a la última línea, y no concederle metros de maniobra a los talentosos de Mendoza.
En 5 minutos del complemento, todo ese castillo de arena creado con toques, movilidad y agresividad que había enarbolado el Tomba, se deshacía. Primero a los 7’, otra vez Silva, que peleó un balón dentro del área, y cuando salía desesperado Torrico, y Nico Sánchez trataba de desacomodarlo, el uruguayo definió como pudo y el balón fue de a poco ingresando. Y a los 12’, ya con cierta desarticulación en la faz defensiva, Somoza filtró un pase para que Moralez corriera 20 metros en soledad, y cruzara su remate ante la inerte postura de Torrico.
Un 3 a 0 certero, basado en la jerarquía de los nombres, y en la cooperación en gran parte de Godoy Cruz, que en su intento por buscar el descuento, adelantaba sus piezas y perdía el equilibrio.
Vélez mostraba sus credenciales en el resultado, y desde esa supremacía, consolidaba todo su fútbol de alta gama en base a la serenidad y el aplomo de los hombres del fondo para aguantar la parada. Y arriba, con Silva como eje, usufructuar las pifias en lo táctico del rival.
El cuarto llegó a voluntad, a placer, y hasta casi sin proponerlo. De otro bochazo desde la defensa, Álvarez la peinó para que Cristaldo la empalmara como venía de zurda, y la metiera en la ratonera. Fue el moño para una noche que lo tuvo al Fortín como un equipo, con el overol y la galera al mismo tiempo.
IVÁN ISOLANI
abetsen@gmail.com
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