Sólido, concentrado y sacando máxima rentabilidad a los defectos que su DT, Diego Aguirre detectó en la previa, Peñarol que no ni no se sacó la mufa en Argentina y venció claramente al Expreso Tombino en el Malvinas Argentinas de Mendoza por 3 a 1. El Pollo Olivera, por duplicado, y Aguiar aventajaron al Carbonero, mientras que Tito Ramírez había marcado el transitorio empate.
De arranque, para no dejar establecer en cancha a este buen equipo como lo es Godoy Cruz, el Manya lanzó el primer roscazo, y conectó. Mal tomado Olivera por una zaga desacomodada por el cambio de sector impuesto por Martinuccio, Mier ubicó al grandote saliendo del fuera de juego, y tras dejarla picar, definió por debajo del cuerpo de un Torrico desesperado por tapar.
El Tomba era el que manipulaba la trayectoria del balón, pero la malgastaba en centros y bochazos para Ramírez, diluido entre los grandulones del fondo Carbonero. Nervios, caminos abnegados y un escenario inédito y hostil para un novel en este tipo de situaciones. El otro, Peñarol, más curtido en estas empresas coperas, sabía que con el tanteador a favor, y zoneando en cooperación a las parcelas del campo por donde Olmedo y Villar son salida, y cubriendo con dos de ida y vuelta por las bandas para no permitir que desde su gestación, el Tomba validara el buen circuito de juego.
Cuando a Godoy Cruz no se le caía una idea, de un lateral en ataque, Núñez recibió de espaldas al arco, logró girar y mandó un centro que los pasó a todos, menos al goleador Ramírez, que ubicado por el fondo, la puso a la ratonera de Sosa y empardó el duelo.
Pero el Manya, pese a su postura más cautelosa, posee dos volantes centrales y no un generador nato, usufructuaba el lerdo y hasta desfasado retroceso Tombino. A los 41', de una buena defensa en propia meta, Martinuccio manejó la contra a la perfección, porque lo vio al pibe Mier, que otra vez se la puso en la cabeza a un Olivera todo terreno, que cabalgó desde su área hasta la rival, y terminó cabeceándola de palomita para vencer a Torrico.
El Tomba jugó realmente a contramano de lo que intenta pregonar. Sin modos, careciendo de maneras claras para poder filtrar a espaldas de los volantes uruguayos, la movilidad y la flotación que venía impartiendo en los anteriores encuentros. Con un Sánchez muy impreciso y lejos del nivel mostrado, Villar y Olmedo bien controlados por el doble volante central de Peñarol.
De tanto exponerse en pos de un empate tan lejos como la China, porque el único modo era el bochazo al punto del penal y jugar a que Valdez o Guillermo Rodríguez no la sacara. Así, es como las contras con Martinuccio como el más inquieto e incisivo, buscando su lugar por el lado más flaco de un Godoy Cruz adelantado por obligación. El ex Chicago Martinuccio abrió para Aguiar, que acompañó la jugada por el sector más opuesto, y cuando se le acercó Torrico, se la pinchó por encima para poner cifras definitivas.
IVÁN ISOLANI
abetsen@gmail.com
El Tomba era el que manipulaba la trayectoria del balón, pero la malgastaba en centros y bochazos para Ramírez, diluido entre los grandulones del fondo Carbonero. Nervios, caminos abnegados y un escenario inédito y hostil para un novel en este tipo de situaciones. El otro, Peñarol, más curtido en estas empresas coperas, sabía que con el tanteador a favor, y zoneando en cooperación a las parcelas del campo por donde Olmedo y Villar son salida, y cubriendo con dos de ida y vuelta por las bandas para no permitir que desde su gestación, el Tomba validara el buen circuito de juego.
Cuando a Godoy Cruz no se le caía una idea, de un lateral en ataque, Núñez recibió de espaldas al arco, logró girar y mandó un centro que los pasó a todos, menos al goleador Ramírez, que ubicado por el fondo, la puso a la ratonera de Sosa y empardó el duelo.
Pero el Manya, pese a su postura más cautelosa, posee dos volantes centrales y no un generador nato, usufructuaba el lerdo y hasta desfasado retroceso Tombino. A los 41', de una buena defensa en propia meta, Martinuccio manejó la contra a la perfección, porque lo vio al pibe Mier, que otra vez se la puso en la cabeza a un Olivera todo terreno, que cabalgó desde su área hasta la rival, y terminó cabeceándola de palomita para vencer a Torrico.
El Tomba jugó realmente a contramano de lo que intenta pregonar. Sin modos, careciendo de maneras claras para poder filtrar a espaldas de los volantes uruguayos, la movilidad y la flotación que venía impartiendo en los anteriores encuentros. Con un Sánchez muy impreciso y lejos del nivel mostrado, Villar y Olmedo bien controlados por el doble volante central de Peñarol.
De tanto exponerse en pos de un empate tan lejos como la China, porque el único modo era el bochazo al punto del penal y jugar a que Valdez o Guillermo Rodríguez no la sacara. Así, es como las contras con Martinuccio como el más inquieto e incisivo, buscando su lugar por el lado más flaco de un Godoy Cruz adelantado por obligación. El ex Chicago Martinuccio abrió para Aguiar, que acompañó la jugada por el sector más opuesto, y cuando se le acercó Torrico, se la pinchó por encima para poner cifras definitivas.
IVÁN ISOLANI
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