Eslovenia alcanzó hoy el liderato del grupo C, en el que también están Inglaterra y Estados Unidos, al imponerse (1-0) en el duelo de cenicientas del Mundial, condenando a Argelia a protagonizar una auténtica gesta si quiere llegar a los cruces.
Eslovenia jugó los últimos 20 minutos en superioridad numérica por la expulsión de Ghezzal, que vio dos amarillas en los doce minutos que permaneció en juego, y sólo entonces pudo desatascar un partido romo, feo para el espectador, disputado fundamentalmente de manera trabada en medio campo.
Un disparo lejano de Robert Koren a diez minutos del final se lo comió Chaouchi, el portero argelino, inoperante ante el Jabulani, ese balón tan saltarín, que se le escurrió de las manos cuando lo más sencillo hubiese sido despejarlo.
Reaccionó rápido entonces Rabah Saadane dando entrada a Saifi por Matmour, un delantero por un centrocampista, para tratar dar algo de mordiente al juego de Argelia, la cual sesteó hasta que se vio por debajo en el marcador y probablemente fuera del Mundial cuando acabe la primera fase.
El fútbol se espesó pronto en Polokwane, justo después de que Belhadj botase al tercer minuto un libre directo que exigió a Handanovic, el meta esloveno del Udinese.
A falta de grandes individualidades, el juego de argelinos y eslovenos sólo puede construirse desde el colectivo, pero los automatismos corales no acabaron de funcionar hoy y varios futbolistas trataron de desatascar el partido por su cuenta, contribuyendo así a un espectáculo algo tosco.
Matjaz Kek adelantó a sus muchachos para que presionasen en tres cuartos de campo la salida argelina del balón, obligando así a Bougherra y Yahira a empezar a construir desde el borde mismo de su área, lo cual se tradujo en un carrusel de imprecisiones, en un fútbol errático carente de alguna continuidad.
Eslovenia, mientras tuvo aliento, recuperó con cierta facilidad el balón, aunque rara vez supo qué hacer con él, salvo tratar de meterlo en el corazón del área con balones perpendiculares, de ese tipo que sólo los futbolistas más dotados son capaces de acomodar al pie.
La alternativa, claro, fueron los disparos lejanos, forzar jugadas a balón parado y poca cosa más para dar algo de mordiente a un choque aburrido y contemplado por Zidane desde la grada.
Parecía el partido abocado al empate sin goles cuando los errores argelinos, tanto la expulsión de Ghezzal como la impericia de Chaouchi, dieron alas a Eslovenia para llevarse tres puntos que por fútbol no mereció más que su rival.
Eslovenia jugó los últimos 20 minutos en superioridad numérica por la expulsión de Ghezzal, que vio dos amarillas en los doce minutos que permaneció en juego, y sólo entonces pudo desatascar un partido romo, feo para el espectador, disputado fundamentalmente de manera trabada en medio campo.
Un disparo lejano de Robert Koren a diez minutos del final se lo comió Chaouchi, el portero argelino, inoperante ante el Jabulani, ese balón tan saltarín, que se le escurrió de las manos cuando lo más sencillo hubiese sido despejarlo.
Reaccionó rápido entonces Rabah Saadane dando entrada a Saifi por Matmour, un delantero por un centrocampista, para tratar dar algo de mordiente al juego de Argelia, la cual sesteó hasta que se vio por debajo en el marcador y probablemente fuera del Mundial cuando acabe la primera fase.
El fútbol se espesó pronto en Polokwane, justo después de que Belhadj botase al tercer minuto un libre directo que exigió a Handanovic, el meta esloveno del Udinese.
A falta de grandes individualidades, el juego de argelinos y eslovenos sólo puede construirse desde el colectivo, pero los automatismos corales no acabaron de funcionar hoy y varios futbolistas trataron de desatascar el partido por su cuenta, contribuyendo así a un espectáculo algo tosco.
Matjaz Kek adelantó a sus muchachos para que presionasen en tres cuartos de campo la salida argelina del balón, obligando así a Bougherra y Yahira a empezar a construir desde el borde mismo de su área, lo cual se tradujo en un carrusel de imprecisiones, en un fútbol errático carente de alguna continuidad.
Eslovenia, mientras tuvo aliento, recuperó con cierta facilidad el balón, aunque rara vez supo qué hacer con él, salvo tratar de meterlo en el corazón del área con balones perpendiculares, de ese tipo que sólo los futbolistas más dotados son capaces de acomodar al pie.
La alternativa, claro, fueron los disparos lejanos, forzar jugadas a balón parado y poca cosa más para dar algo de mordiente a un choque aburrido y contemplado por Zidane desde la grada.
Parecía el partido abocado al empate sin goles cuando los errores argelinos, tanto la expulsión de Ghezzal como la impericia de Chaouchi, dieron alas a Eslovenia para llevarse tres puntos que por fútbol no mereció más que su rival.
Eloy Barandalla
eloybarandalla@hotmail.com
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