13:42 TIBIO EMPATE

Más dudas para uno, que certezas para otro en la apertura de la Copa del Mundo. Los fantasmas y el mal posicionamiento defensivo de México, le permitió a los Sudafricanos –cono poco- animarse y poner en peligro la valla de Pérez. Fue un empate a 1, con un golazo de Tshabalala y la igualdad del Rafa Márquez, tras un centro cruzado.
En el primer tiempo, la superioridad tricolora se hacía notar. Con Márquez completando la línea de 3 centrales, y dándole completa libertad a los laterales en ataque. Si México cumplía con el presagio de hacer ancho el terreno -Aguilar por derecha y Salcido por izquierda-, aparecían siempre en soledad en las espaldas de los volantes sudafricanos.
Pasados los 10 minutos de juego, los Bafana Bafana se adelantaron y lograron disminuir el pressing en campo contrario mexicano. Y con el correr de las acciones, esas proyecciones por las bandas de los laterales del Tri, comenzaban a desestabilizar el andamiaje defensivo. Entre Modise por el carril diestro, y Tshabalala tras la posición de Aguilar, sembraban dudas en la gestación de los anticuerpos defensivos.
Los errores en el repliegue de los defensas mexicanos, le otorgaban grandes espacios para el contragolpe Bafana. Tshabalala vio el claro que dejaron Aguilar en el retroceso y la mala cobertura de Osorio, picó al vacío y definió cruzado al ángulo más lejano del Conejo Pérez. Un verdadero golazo en el inicio del mundial para desatar la estampida de las vuvuselas.
Con el resultado a su favor, Sudáfrica comprimió sus líneas, achicó el margen de maniobra a espaldas de los mediocampistas, y bloqueó eficazmente los carriles. Nervioso, maniatado por la presión, la selección de Javier Aguirre buscaron en Cuaúhtemoc Blanco y en el Chicharito Hernández, mayor precisión y explosión en los últimos metros.
A los 33’, un centro cruzado desde la izquierda, el central Khumalo quedó habilitando a 3 jugadores por el segundo palo. Uno de esos hombres era Rafa Márquez, que sin contemplación fulminó a Khune para lograr el tan urgido empate.
IVÁN ISOLANI