18:52 DEMASIADO POCO

Cuervos y Triperos no conocieron el área del otro, y en medio de una constante lucha, forcejeos y sociedades anónimas, no se vulneraron en El Bosque e igualaron en 0 en el debut de ambos en el torneo. De buen juego y consecuencias positivas en los metros de la verdad, no se vieron indicios ni presencias físicas.
El trámite se presentado muy forzado, de artificial concepción y provisto naturalmente de muchas dudas por parte de ambos. El tránsito del balón lo interrumpía la incontable cantidad de piernas que se oponían al transportador.
Todas las intenciones denodadas de los entrenadores de basar sus argumentos por los carriles, se diluía en el embudo de querer arremeter por donde no se podía, y en donde la caballería de ambas scuadras tenían a sus mejores laderos.
Sin patrón en la estancia, los dos eran simples peones que corrían y corrían detrás del balón, y no con él, siendo sus esclavos. Romagnoli con escaso margen de maniobra por el patrullaje de Rinaudo y Capurro, era alguno de los dos contenciones el que debía asumir el traslado de la globa, y armar el circuito de juego del Cuervo.
De Bordagaray y Alfaro ni noticias en la tarde. A distancia del transcurrir de las acciones en el terreno, y de la latitud de la pelota, eran espectadores de lujo en El Bosque. Del otro lado, Neira y Navarro padecían el mismo patrón, pero con el aporte –mínimo, claro está- de los cuatro volantes como respaldo, que tenían su punto de partida más cerca de Albil que del gato Sessa.
En el complemento, Ramón movió piezas y renunció a tener un conductor de maniobras en cancha, para abrir a dos rapiditos y ubicar al uruguayo Balsas como torre estaqueada entre la dupla de centrales triperos. Con el Chaco Torres distribuyendo y haciéndose pata en el centro, Gimnasia ya no impuso esa leve superioridad en la zona de volantes, y se vio demasiado tentado del pelotazo para los grandotes de arriba. Pero nada pasó, y las cosas se quedaron en tablas.
Alejado de las grandes popes que otrora supo conducir, el Santo de Boedo le ofrece la variante petitera a Ramón, con la polenta y la enjundia en la marca que proponen los gladiadores Torres, el matungo exportado desde el cafetal colombiano Leo López, o el repatriado caudillo Guille Pereyra.
Todo aquel que ose traspasar ese conglomerado de rústicos opositores, deberá hacer algo imponente en cuánto a técnica individual se refiere, o apelar al raciocinio y construir el sueño de una jugada desde lo grupal, y sintonizar el mismo dial futbolístico que sus compadres de equipo. Eso el Lobo platense no lo supo ejecutar, y la cosa terminó como empezó.
IVÁN ISOLANI