17:54 ESE CORAZÓN ALBICELESTE

No sólo se trata de ganar y gustar, porque es difícil conformar los gustos de variadas miradas. Pero, con momentos de buen juego y otros de overol, y con los NBA como juez y parte, la Argentina arrancó con el pie derecho en el mundial y venció 78 a 74 a Alemania. Con el aporte de Delfino -27 pts.- y los 20 del Luifa Scola, el quinteto nacional demostró que está para dar pelea.
Con poca puntería, la albiceleste había arrancado con un par de pic and roll interesantes, moviendo la bola con Prigioni y Delfino, que no sólo se ofrecía como ayuda-base, sino que asumía el mando con el base del Real Madrid.
Ofensivas muy trabadas las nuestras. Con mucha diferencia en la estatura de los internos germanos sobre Oberto y Scola. Con Pancho Jasen rápidamente sentado por acumulación de faltas, la pintura se hacía una zona complicada para las penetraciones del Lancha o las buenas combinaciones Made in TAU Cerámica entre el ala pivot y el base.
Moviendo piezas para darle descanso y variar los sistemas de juego, la Albiceleste iba y venía en el protagonismo de las acciones, pero carecía de lo que a Alemania le sobraba: centímetros y kilos para usufructuarlos. Entre una zona pintada enorme, en cuanto a estatura, y una senda de triples desde otra galaxia, Alemania tomaba voltaje y guapeaba de punto a punto el encuentro a la Argentina.
En la segunda mitad, el corazón y la garra fueron la principal defensa, el estandarte y el bastión para contener a los pancers germanos. Con las mañas congeniadas desde retoño en Las Varillas, Fabricio Oberto desplegaba sus aspas para tomar y basurear en propias tierras, y en fincas ajenas. Pero no estaba sólo, porque aparecieron los otros NBA para imponer respeto y mostrar la diferencia de calidades.
El tercer cuarto fue el de las imposiciones: de la defensa a corazón abierto para secar o desnudar la torpeza de los internos alemanes, del coraje y la rebeldía de Junior Cequeira cuando estuvo presente en cancha, para sacar de quicio a cualquiera que bajara la naranja, o la facilidad con la que Delfino o Scola resplandecían en la ofensiva.
Y aunque en el cuarto definitorio esos vaivenes se adueñaran de nuestro quinteto, que no sabía si tapar los tipos detrás de la línea o si hundirse dentro de su medialuna para oscurecer la armada aérea de los alemanes. Pero, en los momentos sensibles, y cuando el reloj se adueñaba de los reflectores, fue ese corazón albiceleste el que latió más para ganarlo por 4 puntos.
IVÁN ISOLANI