Los reflectores se van a quedar con el [i]chanflazo[/i] de la Pulga Rodríguez, que fue a morir en el ángulo de García, cuando el tic tac marcaba 42 minutos del segundo tiempo. Pero, que el resultado no tape lo opaco del conjunto leproso, que careció de volumen de juego y, en grandes pasajes del encuentro, pereció ante el interesante labor del conjunto Xeneize, que llegaba hasta el área grande, y perdía consistencia.
Emplazado en el buen patrullaje del dueto entre Medel y Erbes, le permitía al Xeneize restringir el buen valor de uso que Bernardi le da al balón como aduana en el círculo central, y de esa sociedad, la doble función de no permitir la construcción del circuito ofensivo leproso, y de ser constante herramienta y respaldo para que Chávez jugara sin preocuparse por el retroceso.
En los primeros minutos, a Newell’s lo engrandecía los movimientos del paraguayo Estigarribia, que desde el carril izquierdo, abusaba en el mano a mano de Cellay, que tenía que achicar como un falso volante, al cerrarse Medel a posiciones más céntricas.
El déficit del local estaba en cómo se concebía el aparato ofensivo. Porque desde la primera línea de contenciones, no lograban filtrar pelotas para que el Gato Formica pudiera engranar a espaldas del doble pivot xeneize, porque Sperdutti no tuvo chance alguna de encarar con su habitual potencia, y porque, por los costados, pese a tener preponderancia por el lado de Estigarribia, por el lado del tano Vella, sentía lo artificial del lateral constituido como un corredor, que al momento de tomar decisiones para alimentar a los creativos, perdía en eficacia.
Chávez, por pasajes más retrasado, tomaba contacto a orillas de la línea del medio, pero debía trasladar en plena soledad casi por 30 metros para poder juntarse con Araujo o Palermo. Por los costados Boca prácticamente no hacía pie, porque Giménez no ampliaba los horizontes para profundizar y sacar hacia los costados, y las escaladas de Clemente perdían trascendencia con su traslado.
En el complemento, con la entrada de Mouche, Boca ganaba en frescura para encarar a los lungos centrales rojinegros. Mientras que Sensini metía fichas en el ataque para buscar forzar al destino, seguía careciendo de manejo del balón y de volumen de juego. Formica y Sperdutti parecían perdidos entre la cobertura de los contenciones de Boca, y la Pulguita Rodríguez poco había entrado en juego.
Hasta que, a los 41’, cuando ya ambos se iban conformando con la igualdad, con el 0 en su haber. En un contragolpe, Luis Rodríguez aprovechó que el retroceso no fue el ideal a posiciones defensivas, y desde la puerta del área grande, abrió el pie y la acarició para clavar un flor de golazo al ángulo de Javi García. Inmerecida faena, porque de los dos, Boca había sido el que más argumentos fue sumando en los 90 minutos.
IVÁN ISOLANI
Emplazado en el buen patrullaje del dueto entre Medel y Erbes, le permitía al Xeneize restringir el buen valor de uso que Bernardi le da al balón como aduana en el círculo central, y de esa sociedad, la doble función de no permitir la construcción del circuito ofensivo leproso, y de ser constante herramienta y respaldo para que Chávez jugara sin preocuparse por el retroceso.
En los primeros minutos, a Newell’s lo engrandecía los movimientos del paraguayo Estigarribia, que desde el carril izquierdo, abusaba en el mano a mano de Cellay, que tenía que achicar como un falso volante, al cerrarse Medel a posiciones más céntricas.
El déficit del local estaba en cómo se concebía el aparato ofensivo. Porque desde la primera línea de contenciones, no lograban filtrar pelotas para que el Gato Formica pudiera engranar a espaldas del doble pivot xeneize, porque Sperdutti no tuvo chance alguna de encarar con su habitual potencia, y porque, por los costados, pese a tener preponderancia por el lado de Estigarribia, por el lado del tano Vella, sentía lo artificial del lateral constituido como un corredor, que al momento de tomar decisiones para alimentar a los creativos, perdía en eficacia.
Chávez, por pasajes más retrasado, tomaba contacto a orillas de la línea del medio, pero debía trasladar en plena soledad casi por 30 metros para poder juntarse con Araujo o Palermo. Por los costados Boca prácticamente no hacía pie, porque Giménez no ampliaba los horizontes para profundizar y sacar hacia los costados, y las escaladas de Clemente perdían trascendencia con su traslado.
En el complemento, con la entrada de Mouche, Boca ganaba en frescura para encarar a los lungos centrales rojinegros. Mientras que Sensini metía fichas en el ataque para buscar forzar al destino, seguía careciendo de manejo del balón y de volumen de juego. Formica y Sperdutti parecían perdidos entre la cobertura de los contenciones de Boca, y la Pulguita Rodríguez poco había entrado en juego.
Hasta que, a los 41’, cuando ya ambos se iban conformando con la igualdad, con el 0 en su haber. En un contragolpe, Luis Rodríguez aprovechó que el retroceso no fue el ideal a posiciones defensivas, y desde la puerta del área grande, abrió el pie y la acarició para clavar un flor de golazo al ángulo de Javi García. Inmerecida faena, porque de los dos, Boca había sido el que más argumentos fue sumando en los 90 minutos.
IVÁN ISOLANI
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