21:46 CRUZ DIABLO

El empate decididamente no les sirvió. Ni para el Tomba mendocino, que lidera el Grupo 8 con 7 unidades, pero que debe jugarse la clasificación en el Centenario de Uruguay y en la siempre brava y traicionera altura ecuatoriana. Y para Independiente, último en la tabla, se le escapó una valiosa chance de ponerse a tono y recuperar afuera lo que no cosechó en casa frente al mismo rival de turno.
Silvera que la pivoteó de pecho para la entrada de Defederico, que desde la puerta del área y de frente al arco, fusiló por lo bajo a Torrico para, con apenas 40 segundos de juego, comenzara ganando el equipo de Avellaneda. Al igual que con Peñarol, el Tomba acusaba el recibo de un amanecer dormido. Con el balón para concebir los primeros atisbos del circuito futbolístico. Villar, más deambulador que conectado al palpitar de las acciones, y por las bandas, no imponían su velocidad los uruguayos. Es por eso, que Rubén Ramírez navegaba en la desesperación picar siempre al vacío, y caer en permanentes offsides ante el achique de la última línea roja.
Es cierto que la idea de Independiente era la de aceptar las credenciales del conjunto de Da Silva, y tratar de limitarlas para luego desplegar en alguna contra a Mancuello con campo libre sobre la izquierda, aprovechando que Sánchez jugaba suelto. Y con el Tano Gracián como lanzador, buscar a Defederico. Pero se retrasaba mucho en el terreno. Con la excusa de hacerse corto y fuerte en su mitad del campo, la línea de volantes cada vez iba acercándose más a las inmediaciones del área de Hilario, que no sufría porque Godoy Cruz no encontraba los costados para forzar situaciones de peligro. Pero, al quedarle lejos la línea del balón a los encargados de generar juego, Independiente peleaba el encuentro desde un escalón más abajo que el local.
En la primera que Carlos Sánchez hizo ancho al terreno por su sector, le puso un centro medido a Tito Ramírez, que por detrás de Galeano se anticipó a la salida estéril de Hilario Navarro, para marcar en lo alto el empate. El partido se cayó definitivamente en la segunda etapa, para no reaccionar ya nunca jamás. Porque Mohamed armó un 4-4-2 para neutralizar a Villar, casi un holograma por su intransigencia en su efectividad para marcar el paso del fútbol de su equipo. Hoy, se ubicó muy adelantado por el centro, como un acompañante de Ramírez. Con Mancuello y Maxi Velázquez unos metros más adelantado para atorar a Sánchez, que le solucionó el problema al rival dejando de flotar por todo el frente de ataque, y se estacionó por el carril para hacer el ida y vuelta.
El trámite pasaba pura y exclusivamente por copar la parada en el centro del campo, zona de permanente choque de voluntades inconclusas por desaciertos a la hora de buscar una resolución a cada jugada.


IVÁN ISOLANI
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