
Con decisión, sabiendo a qué jugar y sobretodo, previendo qué hace el rival, Banfield jugó a cara de perro el clásico del Sur ante Lanús, y sabiéndose menos en el juego, lo esperó en su campo, presionó a los encargados de crear el fútbol y aprovechó al máximo las contras que dispuso. Bologna de penal, y el goleador Jorge Achucarro marcaron para los dirigidos por Méndez, mientras que Regueiro, sobre el final, decoró el resultado.
Carrusca se metía en el área y se la tiraba larga a Caranta para eludirlo, y el arquero lo tocó clarito abajo. Penal que Bologna, en la primera toma, lo pateó flojito, una masita para Caranta, pero lo repitieron por adelantamiento. Y en la segunda chance, quemó la red para abrir el marcador a los 7 minutos. Compacto, sin fisuras y juntando la línea de volantes con la del fondo, el Taladro volvía a las bases de lo hecho con Falcioni en época pasadas, para plantearle batalla en la zona de gestación al Grana. Presionados, asediados por el rigor táctico del retroceso, Valeri y Camoranesi no encontraban los espacios físicos para validar sus encuentros con el balón, ni mucho menos para llevarle el balón a los delanteros.
En la confusión de uno, se enraizaba todo lo bueno del otro. Porque Lanús era el que mayormente y cuantificadamente tenía la pelota, intentando distribuirlo con precisión y certeza de banda a banda, pero lo hacía a través de Pelletieri o del Pulpito González, con más libertad otorgada de los mediocampistas locales, pero cerrándole todas las vías de acceso para establecer un puente con los creativos del equipo. Entonces, Lanús se aproximaba hasta los 3 cuartos de cancha, por medio de hombres sin tanta ductilidad para el entramado del fútbol, y eso se evidenciaba en la tibieza de cada avance. Regueiro, más adelantado flotando por todo el frente de ataque, peleaba más de lo que entraba en acción, y Romero quedaba muy lejos del fluir del balón, y bien ensimismado por los centrales.
Por el lado del Taladro, el pasaje de repliegue a posiciones ofensivas lo respaldaba la buena tarde del Chelo Carrusca. Con su ingenio y desde su posición como carrilero por izquierda, nacían todas las contras y era él el que se encargaba de aclarar y de ponerle sencillez a cada posesión. Entre lo discreto del local, y los pocos recursos para abrirse paso entre la muralla de piernas de Lanús, ganaba el buen orden del Verdiblanco.
Schurrer mandaba hombres de características ofensivas a la cancha en la segunda etapa pero, seguía careciendo de volumen de juego en la mitad del campo. No le alcanzaba con las participaciones, a cuenta gotas de Valeri hasta que fue reemplazado, y lo mismo de Camoranesi. Castrillejos y Carranza no ingresaron con la impronta que la situación le pedía. Y la contra era de Banfield. Con Achucarro y el ingresado Ferreyra aprovechando los espacios vacíos que dejaba el adelantamiento de las líneas granates, a los 43 minutos, un pase largo para el paraguayo Jorge Achucarro, que con un delicioso amague se sacó de encima a Izquierdoz y se perfiló para la zurda, y cuando salía Caranta desesperado, definió por lo bajo para ampliar diferencias. Sólo alcanzó para el descuento del Granate, con un tiro libre a media altura de Regueiro.
IVÁN ISOLANI
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