19:33 EL CIELO SE VISTIÓ DE GALA

Cuánto tiempo habrán soñado este tipo de resultados los golpeados hinchas merengues. Aunque aparezca cada vez más cercano en el horizonte el hipotético póker de derbis, el Real Madrid entendió que no había ningún Barcelona a quien descontarle puntos tras este duelo, y con los dioses de su lado para combatir a los fantasmas internos, vapuleó a un sobredimensionado Tottenham por 4 a 0 con sus estrellas convencidas de explotar en tiempo y forma. Solidez atrás, vértigo para volar por los costados, y una maximización de los recursos disponibles, la receta made in Mou.
No cruzaron la barrera del lustro de minutos iniciales, cuando el togolés Emmanuel Adebayor, con gran plasticidad y demostraron todo el potencial de su envergadura física, arqueó su cuerpo en el aire y venció, con algo de suspenso, a Heurelho Gomes con un cabezazo abajo. Desde el vestuario, la Quinta del Buitre desataba el nudo que a priori le proponía el rival, y plantaba pelea a sus fueros internos.
A los 15', y tras recibir el primer cachetazo firme del conjunto grande, a los Hotspurs se le comenzaba a caer el castillo de la novel ilusión. Porque el lungo Peter Crouch se lanzó en barrida a disputar un balón con Mesut Özil con tanta torpeza, que con el reglamento en la mano, el árbitro alemán Felix Brych lo expulsó. El Merengue, sin fisuras desde el sacrificio de Khedira para recuperar, y para soltarse a la vez por sorpresa y acompañar siempre apareciendo por el lugar menos pensado, a trío de hombres por detrás de Adebayor. Özil conducía y aportaba la pausa necesaria para apaciguar el vértigo de Cristiano y Di María por los extremos.
El hombre de menos, y la falta de la tenencia del balón, anulaban a dos hombres de buen pie en la cercanía del círculo central, como Modric y Van der Vaart, que son habitualmente los encargados de mover los hilos del equipo. Sin sus aportes, Lennon y Bale eran absorbidos en el retroceso, por el andamiaje defensivo en bloque que proponían los de Mourinho.
Dominio absoluto del Real en el complemento, que con aplomo y calidades técnicas, era muchísimo más que el conjunto inglés, que apenas cruzaba la mitad del campo. A los 13', otro centro a medida para Adebayor, que volvió a elevarse con suma comodidad y sin ningún hombre de azul oscuro medianamente cerca como para molestarlo, y el resultado fue el mismo en la primera etapa, para tomar confianza y no quedarse con este resultado corto, tomando en cuenta el trámite de los 58 minutos jugados hasta ese momento.
Cuando aceleraban Di María y Ronaldo, la cosa se ponía brava para lo del fondo inglés. Sobre todo porque Özil, inteligente y pensante, elegía casi siempre los cambios de frente para quebrantar la endeble marcación por los costados. Así es como vino el tercero, con un cambio de frente que validó la posición profunda de Di María, que recibió por la derecha y, enganchando para su zurda la clavó en el ángulo opuesto. Gol de gran factura para un conjunto que rubricaba la goleada con lo hecho colectivamente, y con lo picante de sus hombres en la ofensiva. Quedaba tiempo para el cuarto y definitivo, de la mano del showman Cristiano, que recibió en la misma posición que Di María por la diestra, pero esta vez definió al primer poste de un Gomes que pedía a gritos que se terminara la faena urgente.


VIRTUALMENTE EN SEMIS

Gran sorpresa gran se dio en el Giuseppe Meazza, porque el teutón Schalke 04 dio el golpe al golear al vigente campeón Inter. Lo hizo por 5 a 2, recordando que los goles fuera de casa se computan doble, por lo que, el equipo de Ralf Rangnick se lleva para Alemania un colchón de goles casi imposible de batir. Y diga que lo comenzó ganando, también desde el vestuario el conjunto italiano, con el tanto del serbio Dejan Stankovic. Pero a los 17', el joven central camerunés Joel Matip, estampaba la igualdad
Lo volvía a ganar el Neroazzurri, con la vuelta del goleador Diego Milito. Pero si de goleadores hablamos, el que apareció en todo su esplendor fue el brasilero Edu, que anotaba el empate a 2 primero a los 40', comenzaba a inclinar la balanza. En Schalke juega, y bien que lo hace, el ángel de Madrid, hablo de Raúl, que continúa con su vigente estado de gracia y conseguía el desequilibrio parcial. Otra vez Edu para ampliar diferencias, y el quinto y doloroso gol, se lo anotó Andrea Ranocchia en su propia meta, para finalizar el paupérrimo partido de su equipo.



IVÁN ISOLANI
abetsen@gmail.com