21:11 HACIÉNDOSE PATO ANCHA EN BB


Las finales no se juegan, se ganan. Se laburan en base al carácter, al tesón, a la garra juramentada en cada situación del partido. En este juego, recargados de nerviosismo y temor, el que mayor unidad reunía, y sacaba máxima rentabilidad a las oportunidades en el área rival, iba a sumar los 3 puntos de platino Con un Patricio Rodríguez estelar, y sacando pecho en Bahía, le cortó los circuitos y las variantes a Olimpo, y le demostró al Turco Mohamed una intangible demostración de agallas.
Independiente fue siempre más inteligente para ocupar los espacios, para detectar –previo estudio en la semana-, de las zonas y los caminos por dónde transitar para vulnerar a Olimpo. Fredes no tan suelto como en anteriores presentaciones, esta vez era más compañía para Pellerano en la contención, tocando y movilizándose hacia las bandas para asociarse con los carrileros.
Aprovechando el continuo vértigo del Pato Rodríguez, que recostado por l izquierda era una pesadilla para Casais, y con sus desbordes o sus apariciones lanzadas en velocidad, Independiente se acercaba con peligrosidad a la valla de Tombolini. Parra y Silvera con línea directa pivoteando retrasándose para entrar en la red de toques y así llegar en bloque a posiciones ofensivas.
En Olimpo no aparecía el generador de juego, Martín Rolle, demasiado absorbido por la junta de líneas en tres cuartos de cancha. Galván no sabía si ir o esperar, teniendo en cuenta las constantes subidas del colombiano Vélez. Sin disponer con suficiencia de la posesión de la bola, la movilidad de Bareiro a los espacios vacíos no eran bien aprovechadas, y Maggiolo se debatía en soledad con los 3 del fondo rojo, de remozada fachada.
En la primera situación del complemento, un tiro libre cerrado de Maxi Velázquez, que contó con la complicidad y estatismo de Laureano Tombolini en la línea del área, lo que le dio la ventaja al goleador Facundo Parra, que apenas puso el puntín del pie derecho y la pelota se fue metiendo luego de pegar en el segundo poste. En el juego de las urgencias, de los miedos, Independiente se comenzaba a demostrar a sí mismo que esto se gana con carácter y enjundia.
El Aurinegro nunca pudo elaborar ni establecer sus condiciones en el trámite. Le pesó la responsabilidad de tener que salir en la aventura de romper con la solidez y el buen funcionamiento de la faceta defensiva que mostró el conjunto de Avellaneda. No encontró intérpretes para hacerlo, ni tampoco argumentos válidos, porque por el centro Pellerano y Fredes, respaldados por el adelantamiento de los centrales a sus espaldas, se encargaban de hacer el laburo pesado y bancar el adelantamiento de los hombres de Olimpo. Y por las vías laterales, fueron más las que se impusieron los cierres y las coberturas, que las llegadas al fondo y los centros para las torres bahienses.
Con la desesperación como protagonista, y Olimpo a la bartola llenando la noche de pelotazos, le quedaba a su merced todo el campo al Rojo para que lo mate de contragolpe. A los '40, le quedó al Pato, que recorrió unos metros libre antes de comenzar su carrera frenética hacia el gol. Primero eludió al Tato Mosset hacia el medio, luego se encargó de destrozarle la cadera a Cobo, y después hacer lo propio con Bianchi Arce. Potenciad por esa carrera y en puntas de pie, lo encaró a Tombolini y lo pasó con una simpleza pasmosa, quedándole sólo la conclusión del raid de propia autoría, haciéndolo con la zurda. Un golazo de la joya que asoma como crack, que deja de ser un diminutivo para cargarse en sus espaldas el peso de la historia roja.
Con el último aliento, Olimpo le puso suspenso al cierre, con el anticipo de Furch ante una pésima salida de Hilario. Pero la victoria jamás estuvo en duda.

 

IVÁN ISOLANI