11:25 EMPATE QUE NO SIRVIÓ


 



 

Brasil sólo fue Brasil porque no perdió, porque continúa con el guiño de la historia. Pero que el gran merecedor de la victoria fue la Selección Guaraní, no quedan dudas. Sólida, compacta, maximizando las debilidades del rival, el conjunto del Tata Martino lució otra vez seguro y con más argumentos, ante la Canarinha, que aprovechó dos ráfagas para marcar.
Intensa era la persecución paraguaya, incomodante por los esfuerzos esgrimidos para poder hacer más que complicada cada salida de Brasil. Santa Cruz retrocediendo para conformar una línea de 3 por detrás de la única referencia entre los centrales, Lucas Barrios. Riveros encargado de neutralizar a Ganso y esas posibles vinculaciones con el trío de delanteros, los aleros haciendo toda la franja para seguir las escaladas de los laterales, pero no resignando la vocación ofensiva.
A partir de los '25, el primer momento clave del partido. Porque el ritmo propuesto desde la táctica por Martino, comenzaba a agotarse porque los músculos tienen una vida útil, en cambio el de la pelota es ilimitado. Y Brasil comenzó a hacer pie, a tener espacios que anteriormente los guaraníes no le habían otorgado. Con mayor fluidez en la circulación del balón, Lucas y Ramíres, más liberados de la presencia de Ortigoza, rápidamente tenían caminos para que tanto Neymar como Jádson encaren con espacios ante defensores ante defensores más corpulentos y lerdos. Así es como la Canarinha llegó al gol. Un retroceso partido de los volantes, que no pudieron cubrir la rápida y fugaz construcción de una contra agresiva y fulminante, con Jádson quedando en zona de definición y no perdonando a Villar para plasmar en la red la primera ráfaga del Scratch.
Pero Brasil es tan irregular e inconsistente, que es capaz de acelerar como de conceder chances en propia meta. Decíamos que Estigarribia iba más de lo que tenía que volver con Alves. En una de esas tantas veces que el hombre de Newell's cabalgó por sobre la marca del lateral del Barça, superando también la estirada de Ramíres, ubicó con la mirilla del ojo a Roque Santa Cruz entrando por el centro del área, sin marca –André Santos dormía la siesta 20 metros atrás- y con el manual del goleador, frío de cabeza, la colocó como venía lejos de Julio César.
Dentro de los 90 reglamentarios, varios minipartidos. La presión guaraní predominante hasta que se agotó, luego la circulación de toques brasileros con la consecución del tanto de Jádson. El complemento más disputado, con mayor decisión y actitud de la Albirroja y una displicencia asombrosa del Scratch. La igualdad confirmó que ese era el camino, la senda para el disciplinado Paraguay. Con el tándem entre Aureliano y Estigarribia yendo y siendo agresivos, la labor en la recuperación y contención en el medio, y el olfato de los hombres de ataque. Primero había sido Santa Cruz, y luego le tocó al nombre pedido por la gente, Nelson Haedo Valdés. La garra y el empeño para no resignarse a perder ninguna pelota, Dani Alves se dejó ganar la posición por Riveros dentro del área, que tocó para Santa Cruz que, generoso y nada egoísta, habilitó a Haedo, que de carambola marcó el segundo.
Los Neymar, los Ganso, los Pato, en el ostracismo ante la maquinaria del Tata. Pero, cuando parecía que se le terminaba el tiempo a Brasil y se complicaba su estadía en la Copa. En ese momento, cuando el reloj acusaba los 45 cumplidos, Fred quedó mal tomado por Da Silva, que cuando quiso reaccionar ante el pase de Ganso, el punta ya había girado y desenfundado una mediavuelta que dejó parado a Villar. Inmerecido empate.

 
 

 
 

IVÁN ISOLANI
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