17:24 GAME, SET AND MATCH



Curbelo confirmaba el saque y definía el partido a su favor. El tenista mendocino ganaba ampliamente por 6 a 1 la exhibición. Porque partido fue hasta la finalización del primer tiempo, cuando la carambola se decantaba para el lado de Godoy Cruz. Como en Match Point, si la pelota pega en el fleje, del lado que caiga dependerá la suerte. Al minuto del complemento, esa ventaja fue creciendo hasta desnaturalizar el encuentro.
Y pensar que había arrancado ganando el Albo de Floresta, cuando aparecía de anticipo Eduardo Domínguez en el punto penal para tomarla como venía y abrir el marcador. Hasta ahí, el orden táctico y el libreto eran las claves de la transitoria Victoria. Y gozaba de la falta de gravitación del barbudo Villar, con su repliegue por la derecha, ni del compromiso para arrimarse hasta la posición más centralizada de Caruso y Tito Ramírez.
Pero los errores, los yerros individuales y de desencuentros, de a poco, se fueron maximizando hasta darle la chance al local de poder enderezar el rumbo. Primero fue una mala salida de Nico Cambiasso, que calculó mal un centro de Russo y, como espantándose las moscas, quedó aleteando el aire mientras a sus espaldas Ramírez se elevaba para marcar el empate con la cabeza. Desde ahí, crecía uno y bajaba el otro. Mentalmente, los momentos hablan y dicen, sienten.
Godoy Cruz en alza en detrimento de All Boys. Pero lo mantenía, hasta que, el gol clave. El punto de inflexión que sería la huella principal del estruendoso final. Antes de la finalización de la primera etapa, un córner que no supieron despejar del área chica, la tomó Nico Sánchez y su remate, créame, se iba lejísimos pero, la fortuna o la mala suerte, hizo que se desviara en Perea y se terminara transformando en gol.
Ya de arranque, el Expreso mendocino salió a mandar. A matar. Cuando fue profundo, encontró caminos por dónde lastimar al rival. Por la derecha, lado de Villar, que encaró, remató y del rebote de Cambiasso nació el segundo gol del goleador Rubén Ramírez. El cuarto fue similar, con un centro atrás que encontró a Leandro Caruso en el punto penal, que de primera no perdonó. Ya no había duelo. Era la moral como estandarte, emplazada en buen fútbol, contra la moral antagónica.
La faena la cerraron Villar y el ingresado Jorge Curbelo. El de Villar, un horror defensivo entre Soto, que se quiso correr para dejar que Cambiasso embolsara tranquilo un pelotazo lejos de su arco, pero le pegó en el cuerpo y le quedó mansita al jugador tombino para que, sin oposición, ampliara diferencias. Y el del uruguayo fue en soledad, para variar, aprovechando un centro de Rojas desde la derecha, para sentenciar a Cambiasso con un cabezazo cruzado.




IVÁN ISOLANI