19:06 EL JUEGO DE LAS CARENCIAS


No les da. No les alcanza. A Newell’s no le alcanza con la frescura del piberío cuando no tenés muchos maestros para guiar al jardín, y termina diluyéndose en la acción más vital de su existencia hoy: ser profundo y hacer un gol. Y San Lorenzo, aburguesado, timorato y apaleado por sus falencias y carencias, presentó rápidas credenciales de cuál sería su postura en el encuentro. El conservadurismo y el equilibrio al extremo versus la falta de peso en la ofensiva y la inexperiencia. Como el fútbol es ilógico, el calor rosarino se encargó de correr el maquillaje que uno y otro quisieron ponerle a su actualidad, directamente proporcional a su producción. 
La Lepra intentó más, pero todo su arsenal ofensivo se encargó de marrar lo gestionado desde zona de volantes. En el trámite, Newell’s y algunos rendimientos se encargaron de practicar las diferencias. Mientras San Lorenzo se replegaba y elegía el esperar en propio campo, el equipo rosarino fue el que realizó el gasto –mínimo, eso sí- para poder llevarse algo más. Desde el sector derecho, lugar elegido por Figueroa para comenzar a gestionar el circuito de juego, y cerrándose para llegar por el medio y juntarse con Tonso, darle el carril libre al pibe Cristian Díaz para que creciera desde el lateral y pudiera someter a un Palomino desbordado en todo momento.
Kalinski y Ortigoza más para contener que para ser los termómetros del equipo, el Cuervo no supo y no pudo salir nunca de esa postura conservadora. Porque los carrileros no aportaron a la construcción colectiva, y los de arriba, además de quedar aislados a muchos metros de los volantes, no bajaban para entrar en contacto con el balón, ni tampoco la aguantaban para que el equipo descanse en ellos lejos del área de Champagne.
La falta de contundencia en el arco ajeno hizo que ambos se debatieran en un empate que refleja sin tapujos la actualidad de uno y de otro.


IVÁN ISOLANI
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