22:25 DEL YOGA AL TIRÓN DE OREJAS EN EL VIADUCTO



Y de tanta fiesta, tanta trasnoche, tanto desahogo tras el objetivo central sellado, este Boca relajado sacó a relucir todo el repertorio de errores y desatenciones lógicas juntas que se había ahorrado en las anteriores fechas. Un segundo tiempo en el que entró desconcentrado, Arsenal se lo dio vuelta, y tuvo que sudar más de la cuenta para llegar a la igualdad y conservar el mote de “equipo invicto”.
Como dijo Alfaro pos partido, fue un partido de insinuaciones. Los dos mostraron cosas interesantes, cada uno con sus argumentos y sus formas, se vulneraron y provocaron desajustes en el andamiaje defensivo. Para analizar al conjunto Xeneize hay que dividir los términos entre lo visto en la primera etapa, y lo mostrado en el complemento.
Arrancó sólido, sin necesidad de salir a buscar decididamente el resultado, pero con una leve tendencia a predominar en el centro del campo. Somoza, hasta que estuvo Ortiz en cancha, tuvo mayor dificultad para poder recuperar y moverse en la iniciación del trance a posiciones ofensivas. Pero cuando el Marciano salió por lesión, el 5 boquense se hizo patrón en el medio, distribuyó y amplió el terreno ante la irregularidad del Pochi Chávez en el trámite.
Hizo méritos para, desde el sacrificio de los carrileros, la solidez –en los 45 iniciales- de la última línea, poder vulnerar al Arse. Lo hizo con un movimiento de un sector a otro, con un pase atrevido de Somoza para Erviti, que siempre hace el relevo de Clemente, pero cuando se desprende de sus labores defensivos, aparece por sorpresa y por los lugares vacíos. El zurdo definió de punta con una sutileza para abrir el marcador.
La segunda parte del análisis comienza cuando lo hace el segundo tiempo. Desconcentrado, ido del partido, con sus errores le permitió al equipo del Viaducto marcarle el empate y hasta dárselo vuelta, con Burdisso y el goleador Mauro Óbolo. No sólo perdía el invicto, sino que por primera vez en lo que va del torneo sufría dos goles en un mismo partido, y de la manera que enfurece a Falcioni, por medio de errores propios.
El sacudón de la derrota despertó al generador de juego Xeneize, al Pochi Chávez. Desde él, comenzó a dar muestras de recuperación el motor de la máquina, subiendo Clemente y entrando más en la sintonía del equipo tanto Mouche, como Cvitanich. El propio Chávez, con un giro rápido, se sacó al rival de encima y desenfundó un poderoso remate que se coló por lo bajo del postre. Vuelta a la relajación, pero dentro de la zona donde los partidos se cierran.


IVÁN ISOLANI
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