Cuarenta y cinco años más tarde, el Inter logró coronarse por tercera vez en su historia campeón de Europa. Con Diego Milito como figura del encuentro marcando los dos goles del partido, los dirigidos por Mourinho derrotaron al poderoso Bayern Munich en la final de la UEFA Champions League.
La tan anhelada victoria 2 a 0 contra el Bayern, sostiene que Mourinho es uno de los mejores técnicos del mundo. Es que la manera de convencer a sus jugadores a recrear el planteamiento que él quiere jugar, manteniendo siempre un orden en marcas, posiciones en el campo, y porque no, hasta para saber cómo contraatacar, es lo que lo coloca hoy en lo más alto de Europa, como años atrás también lo hizo con el Oporto.
El alumno superó al maestro, Louis Van Gaal, quien años atrás llevaba de su mano a Mourinho por este mundo del fútbol, ahora lo sufre como su rival. Es que el holandés no pudo frenar la sequía germana que comenzó en el año 2001, cuando el Bayer conquistó ante el Valencia su cuarto, y último hasta ahora, título continental.
La previa estaba clara, Van Gaal iba a jugar a su manera, atacar al rival con la pelota en los pies. Una vez comenzado el encuentro fue lo que sucedió, el dominio de los germanos intentó predominar en el terreno de juego.
Con la ausencia del francés Ribery sería Robben quien tendría la batuta en el campo. La posesión de la pelota fue real, pero el peligro no existía, las amenazas bávaras llegaron casi siempre por los pies del holandés. Pero el rival está acostumbrado a esto, no suele importarle la estética al conjunto de Jose Mourinho, sólo tenía en mente la obsesión del cuadro milanés por la Copa.
Con una deuda pendiente con su público, muchos jugadores del Inter querían sí o sí llevarse el trofeo. Así fue como el otro holandés, Wesley Sneijder, asumió también sus deudas, despedido hace un año del Bernabéu, tomó el mando de su equipo y salió del estadio del Real Madrid, esta vez, por la puerta grande.
Fue muy contundente su participación, de hecho, cada acción advertía peligro. O a balón parado, como la falta que asumió desde la línea de tres cuartos que repelió el arquero Jorg Butt, o en el gol, que llegó pasada la media hora de un partido no muy llamativo.
El gol llegó de un saque de meta. Julio César sacó fuerte, Milito le bajó la pelota a Sneijder, que devolvió el balón al argentino delante del meta del Bayern, Diego resolvió con acierto, con una tranquilidad únicamente vista en los elegidos, y marcó el primero del encuentro.
El público italiano estalló en el estadio. El Inter ya había colocado el partido donde más le gusta, como la eliminatoria contra el Chelsea y frente al Barcelona. En ese estado es difícil de doblegar.
El Bayern no supo que hacer. Con el balón como suyo se enredó más de una vez en el uno contra uno. No tenía profundidad y el Inter tenía controlado el encuentro. Los argentinos Javier Zanetti y Esteban Cambiasso ordenaban el mediocampo de su equipo.
El técnico holandés tenía que buscar el resultado como sea. Miroslav Klose saltó al campo a falta de poco menos de media hora. Momentos antes de que una mano prodigiosa de Julio César abortara un disparo lateral de Robben.
El espíritu superó a la táctica con el partido enredado. De eso salió beneficiado el Inter para sentenciar y amarrar la copa. Samuel Eto'o, deslucido, más ocupado en contener que en atacar, vio a Milito con espacio. El argentino hizo el resto. Recorte incluido sobre Daniel Van Buyten para batir a Butt. La figura del encuentro estaba clara y el título ya tenía dueño.
No había tiempo para más, Mourinho le dio una lección a su maestro. Tal vez al resto del mundo también se la dio, porque mostró sin brillantez, con poca lucidez en el ataque, pero muy efectivo y con un claro orden en todas las posiciones de sus jugadores en el campo de juego, que el fútbol tiene muchísimas manera de jugarse, y que a la hora de la verdad, la mejor forma de jugar es la que se ejecute con convencimiento en la cancha y superando a los rivales.
La tan anhelada victoria 2 a 0 contra el Bayern, sostiene que Mourinho es uno de los mejores técnicos del mundo. Es que la manera de convencer a sus jugadores a recrear el planteamiento que él quiere jugar, manteniendo siempre un orden en marcas, posiciones en el campo, y porque no, hasta para saber cómo contraatacar, es lo que lo coloca hoy en lo más alto de Europa, como años atrás también lo hizo con el Oporto.
El alumno superó al maestro, Louis Van Gaal, quien años atrás llevaba de su mano a Mourinho por este mundo del fútbol, ahora lo sufre como su rival. Es que el holandés no pudo frenar la sequía germana que comenzó en el año 2001, cuando el Bayer conquistó ante el Valencia su cuarto, y último hasta ahora, título continental.
La previa estaba clara, Van Gaal iba a jugar a su manera, atacar al rival con la pelota en los pies. Una vez comenzado el encuentro fue lo que sucedió, el dominio de los germanos intentó predominar en el terreno de juego.
Con la ausencia del francés Ribery sería Robben quien tendría la batuta en el campo. La posesión de la pelota fue real, pero el peligro no existía, las amenazas bávaras llegaron casi siempre por los pies del holandés. Pero el rival está acostumbrado a esto, no suele importarle la estética al conjunto de Jose Mourinho, sólo tenía en mente la obsesión del cuadro milanés por la Copa.
Con una deuda pendiente con su público, muchos jugadores del Inter querían sí o sí llevarse el trofeo. Así fue como el otro holandés, Wesley Sneijder, asumió también sus deudas, despedido hace un año del Bernabéu, tomó el mando de su equipo y salió del estadio del Real Madrid, esta vez, por la puerta grande.
Fue muy contundente su participación, de hecho, cada acción advertía peligro. O a balón parado, como la falta que asumió desde la línea de tres cuartos que repelió el arquero Jorg Butt, o en el gol, que llegó pasada la media hora de un partido no muy llamativo.
El gol llegó de un saque de meta. Julio César sacó fuerte, Milito le bajó la pelota a Sneijder, que devolvió el balón al argentino delante del meta del Bayern, Diego resolvió con acierto, con una tranquilidad únicamente vista en los elegidos, y marcó el primero del encuentro.
El público italiano estalló en el estadio. El Inter ya había colocado el partido donde más le gusta, como la eliminatoria contra el Chelsea y frente al Barcelona. En ese estado es difícil de doblegar.
El Bayern no supo que hacer. Con el balón como suyo se enredó más de una vez en el uno contra uno. No tenía profundidad y el Inter tenía controlado el encuentro. Los argentinos Javier Zanetti y Esteban Cambiasso ordenaban el mediocampo de su equipo.
El técnico holandés tenía que buscar el resultado como sea. Miroslav Klose saltó al campo a falta de poco menos de media hora. Momentos antes de que una mano prodigiosa de Julio César abortara un disparo lateral de Robben.
El espíritu superó a la táctica con el partido enredado. De eso salió beneficiado el Inter para sentenciar y amarrar la copa. Samuel Eto'o, deslucido, más ocupado en contener que en atacar, vio a Milito con espacio. El argentino hizo el resto. Recorte incluido sobre Daniel Van Buyten para batir a Butt. La figura del encuentro estaba clara y el título ya tenía dueño.
No había tiempo para más, Mourinho le dio una lección a su maestro. Tal vez al resto del mundo también se la dio, porque mostró sin brillantez, con poca lucidez en el ataque, pero muy efectivo y con un claro orden en todas las posiciones de sus jugadores en el campo de juego, que el fútbol tiene muchísimas manera de jugarse, y que a la hora de la verdad, la mejor forma de jugar es la que se ejecute con convencimiento en la cancha y superando a los rivales.
Eloy Barandalla
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