22:37 DESTINO CRUZADO


Errores tácticos de uno, y aciertos e otro. Cómo es el fútbol de impredecible, cuántos giros elípticos y desequilibrios se producen en 90 minutos de juego. Vélez se desayunaba con un gol a los 40 segundos de Pratto. Se iba al entretiempo con un 3 a 1 contundente. Hasta ahí todo algarabía. Pero la expulsión de Ortiz, el conservadurismo de Gareca para sacar al Enano Moralez y a Martínez, y el acierto en las variantes del Juanchi Pizzi, hicieron que la Universidad Católica diera un vuelco en el marcador a falta de 2 minutos de juego, y se llevara 3 puntos vitales en este Grupo 3.

Rápido, certero, un cachetazo que de arranque logró mojarle la oreja al prestigioso Fortín. Porque en apenas 41 segundos, los Cruzados católicos, a puros toques ambiciosos y con claros destinatarios, demostraban que poseían variantes a la hora de atacar. El Gutiérrez volante le apostó un pleno a que la potencia de Pratto era suficiente para llevarse a la rastra al Poroto Cubero en el vértice derecho del área de Barovero, y cuando al grandulón se le agotaban las ideas, la cruzó de zurda sin tanta fuerza, pero suficiente como para que al arquero se le escape y termine ingresando.

Con la movilidad del Enano Moralez, más cerca de la posición de Zapata para tomar contacto con la concepción del juego desde su nacimiento y así, dejar que las apariciones de Papa, sin marcaje en sus proyecciones, rompiera con suficiencia por su carril.

En 2 minutos, dos pases del chiquitín para resucitar al conjunto de Villa Luro y romper con la flojera con la que amaneció en la noche. A los 20’, hizo amonestar a Ormeño, su sombra, y de ese centro del propio Moralez, Ortiz abusó de la endeble marcación en zona de la U en defensa, y marcó la igualdad. Juagada siguiente, avivada de Papa para habilitar al 10, que surcó toda la última línea y, en el momento justo, lo ubicó a Augusto Fernández en su diagonal al punto del penal, y que terminó rompiéndole el arco a Toselli.

Con Zapata como su ladero, cubriendo que las zonas desbalanceadas del equipo con suma coherencia, leyendo los lugares flacos del andamiaje fortinero, y ser él quien se encargue de manejar el pasaje a posturas ofensivas. Es cierto que el equipo de Pizzi fue perdiendo efervescencia con el tic-tac del reloj, y que sólo por ese quedo en la efectividad en las rotaciones en la zona media, la defensa velezana no continuaba mostrando sus fisuras.

Vélez ya se había estabilizado en el terreno, sus líneas mostraban una mínima conexión y anticuerpos ante el buen pie de los volantes chilenos. Y casi sobre el cierre de la etapa, Augusto fue profundo por su banda, y cuando levantó la vista vio como Papa venía picando sólo al centro del área, y el lateral terminó cabeceando impecablemente para estirar diferencias.

Pero el comienzo del asunto comenzó cuando Ortiz, salió lejos a cruzar y quedó pagando, y como ya había sido amonestado, se fue expulsado. Inmediatamente, Gareca sacó a Moralez, el desequilibrante, para poner un central y rearmar la defensa. Grueso error, porque Vélez se quedó sin manejo y sin rotación del balón por el mediocampo, porque Zapata ya no respondía en lo físico y elegía más el cobijarse cerca de Razzotti, y porque el Burrito Martínez no gravitó en toda la noche.

Y La U.C. iba. Aire le daban los cambios a Pizzi. Porque Pizarro entró y enseguida buscó asociarse con Felipe Gutiérrez, y además, con el Chelo Cañete, Pratto y Calandria tenían más compañía y posibilidad de ser abastecidos. Eluchans, desde sus proyecciones furiosas y muy válidas, levantaba el espíritu de un conjunto que, desde lo mental y también desde las piernas, comenzaba a merecer mejor suerte. Tomás Costa, desde media distancia, sacudió la pasividad de la noche y acercó a tan sólo un peldaño de distancia entre uno y otro.

Pratto, un gigante que parece tosco y poco dotado, pero con su presencia entre los centrales, llevaba peligro a Barovero. Y vaya si lo hizo, cuando a falta de 4 minutos, recibió el balón en la puerta del área y de espaldas al arco, y ni bien logró girar sacó un tremendo remate a media distancia que se coló luego de pegar en el poste, y dejar impávido a Barovero.

El empate obligaba al local a salir a buscar algo que, con un hombre menos, y varios soldados caídos desde lo físico, Gutiérrez salió eyectado en una contra, un rápido cambio de frente para que Cañete, de derecha al centro, metiera un pase milimétrico que dejó enganchado a Razzotti y que Pizarro aprovechó pinchándola ante la salida de Barovero. Sorpresa en el Amalfitani. Ganó la Católica en tierras argentas. Perdió Vélez, de horizonte nada auspicioso.



IVÁN ISOLANI
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