22:36 NO LO SILVA

Sus precoces atajadas, de vital importancia para ahorrar disgustos con el promedio, y darle un marco de dificultad casi extrema a la impericia de los delanteros. Tanto había hecho para evitarlos, que en su primer error oficial en Primera, Leandro Chichizola mostró que, pese a ser el heredero directo de JP Carrizo en la vaya Millonaria, continúa siendo un purrete de apenas 5 partidos jugados. Su verdugo, el uruguayo Silva, que se puso la servilleta, agarró los cubiertos y aprovechó una pifia de Chichi que, desde el piso, veía resignado como el pelado delantero terminaba la obra empujándola.
El partido fue muy táctico, de mucha opresión en la zona de gestación del juego. Gareca sabía que desde la laboriosa entrega de Almeyda, River crecí en el terreno presionando y desarrollando su solidez. Para no dejar sólo a Razzotti ante la movilidad de Lamela y Lanzini, le ubicaba a Ricky Álvarez del medio hacia la izquierda, no sólo para equilibrar el medio, sino que el juvenil tenía la función de presionar a Acevedo, y cuando el Fortín se hacía del balón, ser el primer pase para conectarse con los creativos más adelantados.
Moralez y Ramírez casi que no intervenían, entonces Silva indefectiblemente consumía más nafta apurando a los del fondo y no para generarse sus propios espacios. Vélez tampoco se desplegaba en lo ancho, porque Augusto era poco empleado, y las subidas de Papa eran contrarrestadas con Lanzini a sus espaldas. Lo del local era parecido, sin pelota hacía pressing bien arriba, forzando a Razzotti en la salida, y con Pavone en soledad contra toda la defensa, jugando de contra con los chiquititos.
Tras el gol, River adelantó sus líneas, presionó más lejos de su área con los 3 de atrás, se olvidó de su postura especulativa para ofrecerle algo al espectáculo. Pero los encargados de mover los hilos del equipo no aparecían, en el caso de Lanzini, que se le entregaban a un contrario como Lamela. La habitual tarde solitaria de Pavone, solidario para correr cualquier bochazo. Pero no alcanzaba, aún con la merma en lo físico después de los 30' que acusó el conjunto velezano, porque el prototipo de juego que propone este Millonario no lo involucra en las acciones como protagonista.
Decidido, ya desde la reanudación en el complemento, el espíritu de uno era supremo al del otro. Con armas recargadas, se le plantó bien cerca a Barovero, y con la pendejada al frente, lo igualó de puro guapo. Lanzini se filtraba entre un maremoto de piernas blancas, y un trancazo de atrás le puso fin al dribbling. Baldassi, casi cuerpo a tierra sancionó penal, que el Tanque Pavone cambió por gol abriendo el pie derecho. Era su momento, fresco de cuerpo y mente.
El tren se empezó a mover y River todavía con el pescado sin vender. Vélez reaccionaba al empate y retomaba su posición en la zona central, rompiendo con Canteros, intentando con el Enano y Ramírez, de discontinuos desempeños, asociarse. Diga Millonario que éstos no aprobaron el examen, sino, más y mejor hubiera sido el circuito ofensivo de la visita. Pero Vélez iba, desordenado y sin apego a sus habituales costumbres de buen juego. Y River se disponía de contra, con Caruso y Buonanotte como sus lanzas.
A los 39', ya sin piernas y con más fueros internos que presentar, Ricardo Álvarez, la figura de la noche, se desprendió de su círculo central natal, y a pura velocidad y cambios de pierna, progresó entre 4 tipos para enfrentar a Chichizola, que logró taparle el ángulo de tiro, pero en el rebote, Ramírez para luego Silva, que como todo goleador nato, esperó su momento de participación por el segundo palo, y terminó marcando el tanto de la victoria.



IVÁN ISOLANI
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