21:18 RESUCITANDO UN ELEFANTE

Cuán difícil y monótono se puede volver un encuentro, cuando los encargados de desprenderse y revelarse al estatismo de un sistema táctico de una pizarra, se rinden y se vuelven obedientes a un ritmo, a una forma de juego. Se puede correr, siguiendo un esquema o indicaciones precisas, pero eso es tan sólo una parte. Jamás hubieron desmarques la vacío, y las únicas progresiones en el terreno fueron aquellas antecedidas de errores en el traslado, pero no por culpa de un pressing asociado de la línea de medios que ninguno de los dos empleó como recurso. Sólo una genialidad, algo que rompa con la previsibilidad de la tarde, era capaz de quebrantar el ideal del chato match.
No se lastimaron ni se vulneraron, por ignorancia de cómo hacerlo. No se le habrían caminos posibles con semejante conformismo, o carencia, que es distinto. Damián Díaz anteponiendo el lujo personal que un pase simple a uno de rojo y negro, y tan irresoluto para descargar o buscar la individual, que a este tibio Colón lo manejaban los Quilez o los Moreno y Fabianesi, volantes de tracción pero no cerebrales. No crea que lo de Boca fue un bálsamo. Lejos estuvo de forzar más que por alguno del os varios desfasajes del contrario en la tarde santafecina. Decididamente, con 5 en el fondo el conjunto de la Ribera. Clemente preocupado más por las constantes subidas de Quilez, lo propio hacía Calvo con el español Moreno y Fabianesi. Pochi Chávez y Erviti, rodeando a Somoza y trabajando tanto en la recuperación como en la salida para conectarse con Riquelme. Nuevo sistema, viejo funcionamiento.
Ambos hacían todo lento, parsimonioso. No presionaban en la salida, preferían estacionarse en propio campo, reunirse en corto para achicar espacios y tratar de salir de contra. Chávez participativo en la primera etapa y con tendencia a buscarse con Román en la generación de juego. Pero a priori, este modelo Boca era flemático, previsible y con poco acompañamiento de los volantes para con el solitario Palermo.
El resultado sólo se rompía con una jugada a balón parado o con colaboración de algún error, que pudiera corromper y convencer al destino de virar en su resultado. Fue una pelota parada nomás, pero tan cargada de inteligencia como de calidad. Todos asumían que Román iba a buscar el centro. Los centrales, expectantes en la medianía del punto penal, Pozo se ubicaba mirando de reojo una posible salida con los puños. Pero, el 10 sorprendió. Desenfundó un tremendo bombazo que pasó sin problemas al único hombre de la barrera, y con una violencia in crescendo, se metió en el primer poste. Una perla del guante –algo gastado y cansado- de Riquelme, que con furia y amor propio, se refugió en el abrazo de Viatri y Javi García en el banco. Sólo una genialidad, causal directa de esta victoria. 3 puntos que suman, pero nada más.


IVÁN ISOLANI
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