1:15 ARDE AVELLANEDA

Manejando los tiempos del encuentro, y con la mezcla de solidez en la faz defensiva, y contundencia para sacar máxima rentabilidad de las ocasiones que tuvo, el Matador de Victoria infló el pecho en el Cilindro para hundir a la Academia en su racha de derrotas al hilo. El equipo de Russo sufrió la apatía a la hora de encontrar quién estructure los ataques, y le sirva la redonda de manera ídem a los de arriba. Ah, párrafo aparte para Saúl Laverni, que brindó un espectáculo no tan aclamado por el público.
Racing comenzaba con un 3-4-3 bien marcado, sin un hombre que se encargue de enlazar la zona media con el trío en la ofensiva. Todo nacía centralizado, en los pies de Yacob, más cerebral y pausado, o en el vértigo que le imprimía el eléctrico Zucullini. Pillud y Licht hacían ancho al equipo, y con la ubicación sin rotación de Hauche por derecha, y Lugüercio por la izquierda, la lucha con los centrales quedaba en las manos de Teófilo.
Tigre esperaba, con las dos líneas de 4 replegadas en su mitad. Con Román Martínez haciendo sombra al contención que portara el balón en ese momento, y dejando unos metros más adelantado a Diego Morales como única compañía de Stracqualursi. Leone y Galmarini sometidos por los carrileros locales, no le daban otra opción en el arranque al Matador, que tener que refugiarse y hundirse cada vez más cerca de Islas.
Cuando Tigre logró neutralizar, desde la cobertura de sus mediocampistas, el origen del circuito de juego de Racing, que ya no filtraba con tanta asiduidad ni naturalidad el balón para instalar sus líneas peligrosamente en campo contrario. Por el lado de Leone, el conjunto de Victoria encontraba territorio fértil para sumar con criterio a Pernía, y aprovechar la espalda de Pillud. A los 23', el Tano la inició, y con su proyección, le dio aire y tiempo a Leone para ubicar en el punto del penal a Stracqualursi, que controló imperfectamente el envío con el pecho, pero en la confusión apareció Pernía, para fusilar a Fernández desde el costado del área chica.
Racing ya no dominaba, porque no encontraba aquel que pusiera la cuota de racionalidad a cada avance. El demonio Hauche, de la derecha al centro, tenía la llave para romper con el tipo de partido que, tras el gol, Tigre proponía. Porque Esteban González tomaba las riendas y elegía los tiempos para hacer la transición, y cuándo hacer ancho el terreno. Más se le complicaba la noche a la Acadé, cuando Morales habilitaba a un desprendido Galmarini en tierra de Cahais, y Licht, que lo perseguía desde atrás, lo jaló de la camiseta. Laverni lo amonestó, pero en virtud de un socarrón aplauso del jugador, le mostró la roja directa.
En el complemento, de arranque, Tigre sacaba chapa en el Cilindro. Rotando el balón por el piso, con Román –la figura de la noche- asociándose en la distribución a Morales, para desgastar al rival y hacer uso de ese hombre demás en cancha. A los 6 minutos, un centro del zurdo Leone, que se le fue alejando al Gato Fernández y su salida prematura, y por el punto del penal, el goleador Dennis Stracqualursi puso la testa para empujarla al arco vacío, y alargar distancias en el resultado.
Cuando ya no conseguía coherencia en el armado de posibles aproximaciones al arco de enfrente, su capitán y emblema, Claudio Yacob, por detrás de todos en el segundo palo, conectó un centro a balón parado de Fariña, y le devolvió transitoriamente la esperanza al siempre golpeado hincha racinguista. Cuando ya quedaba poca tela por cortar, el pibe Fariña atendió severamente al pelado Martín Gómez, y Laverni, con buen tino, aplicó el reglamento y lo expulsó directamente. Furia en Avellaneda con el árbitro. Pero más furia debería haber, porque Racing asume riesgos, crea y somete al rival por grandes pasajes de los 90, pero a partir de errores propios o circunstancias de cada partido, se desmorona y, ya no ofrece el fútbol de alto vuelo que promulgaba en el inicio del Clausura. Tarea para el hogar Russo, encontrar reemplazo a Toranzo cuando éste no juega.



IVÁN ISOLANI
abetsen@gmail.com