16:10 EL RESULTADO MÁS OBVIO

El local, que sólo había logrado cosechar un triunfo en su terruño sobre 4 partidos jugados, y el visitante, que no pudo llevarse más que un punto a la vez por cada visita que realizó en este Clausura. El resultado fue directamente proporcional con esas realidades planteadas. San Lorenzo, con su magro circuito de juego, que no da señales de resolución en los constantes síntomas de anemia futbolística que demuestra desde hace tiempo, y lo de Lanús no es mucho mejor, porque no propone golpe por golpe, sino que se conforma con hacer importante cada minuto de juego, y esperar alguna situación para aprovecharla.
Ramón había pensado un equipo rápido, punzante por las bandas, que combinara profundidad y amplitud del terreno con Carmona y Luna, y buscar, desde la constante rotación e inquietud de Salgueiro y Menseguez, crear un frente de ataque livianito y ágil. Pero Lanús le proponía un interrogante sencillo pero universal, presionando al receptor, quién asumía el rol de conductor en el Cuervo, quién hacía la transición desde la salida de los 3 centrales, y generaba el climax entre el círculo central y la zona de tres cuartos, lugar donde el Grana patrullaba con Pelletieri y Pizarro, respaldados por el achique de la última línea.
Desde el banco venía la contrapartida, ubicando a Romagnoli en cancha para el complemento. En la primera que el 10 llegó redondita, lanzó una delicia de habilitación para el pique de Menseguez, que con su liviandad le ganó a la pesadez de Izquierdoz, y cuando salía a achicarle Marchesín –lejos de la meta, que es donde te hacen los goles- y el punta se la pinchó por encima del cuerpo. La importancia de disponer de un conector entre los volantes y el trío de delanteros, y vulnerar todos los anticuerpos propuestos por el rival en pos de cortar las vías de acceso a su defensa.
Lanús, que había pergeñado un plan sólo para contener al rival, a los 24 minutos, encontraba un inmerecido premio con la escalada de Goltz. La jugada la inició el uruguayo Regueiro por izquierda, que sacó lejos a Ferrari y lo desbordó con su rapidez, para sacar un centro que cruzó toda la meta y pasó a Bottinelli, que confió que cerraba Luna su espalda, pero éste se quedó estaqueado, y Paolo Goltz, que había irrumpido desde atrás, definió como venía para igualar el partido.
El empate conformó a la visita, que decididamente se dedicó a defender su quintita, bien cerca de Marchesín, pero lo protegía con un muro de 7 hombres en la línea del área grande. Romagnoli, que entró incisivo y asumiendo el transporte del balón, y con la habilidad de Menseguez para intentar romper esa férrea defensa que el Gran imponía. Pero al Santo, la pólvora se le había mojado, es más, ni siquiera tuvo fuego para intentar encenderla.


IVÁN ISOLANI
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