21:07 LOS ERRORES, EL ACTOR PRINCIPAL

En la última jugada, con un Gimnasia lanzado en la ofensiva, Fredes la peleó por derecha y, aprovechando un retroceso espantoso del fondo tripero, lo vio al Bicho Pellerano lanzado en carrera entrando por la medialuna del área de Sessa, y con un amago, desafectó la inútil marca de Masuero, y terminara de clavarle el puñal al pobre GELP. Casi sin merecerlo, ni tener mucha noción de por qué lo termina ganando, Independiente, con uno menos por expulsión de Matheu tras la igualdad de Silvera, neutralizó al conjunto platense y todas sus equivocaciones a la hora de buscar la manera de llevar peligro a la quintita de Assman, y se lleva muchísimo más de lo que pintaba en la etapa inicial.
A los 18 minutos, un centro de Aued con rosca al segundo palo, por donde 3 hombres absolutamente sólo se relamían para empujarla. Finalmente, Abel Masuero fue el encargado de elevarse y cabecearla para marcar el gol ante el estatismo de Assman para salir a cortar. El Lobo desnudaba las flaquezas del fondo rojo, y exponía los defectos al máximo con la pelota parada.
Rinaudo y Capurro eran los capataces en zona de volantes, y arriba, la frescura y la movilidad de los pibes Neira y Romea, no daban referencia y eran demasiado para el desconcierto por el que flotaba la última línea. Gimnasia lo ganaba en rodos los aspectos, porque desde lo conceptual, cada jugador de blanco se posicionaba mejor en el campo, y al momento de ejecutar las acciones, la diferencia de actitud hacía que los de blanco se impusieran por sobre los de rojo.
Con el ingreso de Parra por el pobre Vélez –como si con la salida del colombiano se hubiesen extinguido todos los males del equipo de Avellaneda-, hizo por lo menos que Gimnasia cediera un poco en su afán de ir hacia adelante a través de la rotación del balón de banda a banda. Pero como el Tripero se había alejado de Assman, Independiente tampoco construía, desde su mitad del campo, mediante sociedades o toques singulares, para provocar rupturas en la resistencia contraria.
Es cierto que, en grandes lapsos del encuentro, desde la táctica, se validaba el resultado. Al desorden de uno, se le contraponía el orden del otro. Con Silvera retrocediendo, hasta casi la zona de Pellerano, Mareque cerrándose como doble pívot de contención para que Maxi Velázquez tenga despejado el carril, pero no efectivizaba esas escaladas haciendo ancho el terreno, cosa que hacía que todos los tiros, murieran indefectiblemente por el centro y hasta la puerta del área, síntoma de los pocos recursos del Rojo para empardar el resultado. Lo de Gimnasia era más sencillo, sin improvisar funciones y haciéndose sólido con el todo terreno Rinaudo, y consolidado ese esfuerzo con la contribución de su fiel ladero Alejandro Capurro en el círculo central.
Como en todo el torneo, la definición de las situaciones en el arco de enfrente no era proporcionalmente directa a la cantidad que generaba. Lo ganaba con autoridad, pero lo que perdonás vos, no necesariamente debe devolvértelo el rival. Pese a mostrar una versión inmejorablemente desarticulada y con poco rastro de materia gris para ingeniárselas a la hora de buscarle la vuelta al fondo tripero. En la primera que Nico Martínez dijo presente en la noche platense, abrió con mucho tino para que Mareque enviara un centro rastrero, que inexplicablemente Sessa erró el manotazo, maximizado su yerro al demostrar lentitud para ir abajo, y en el rebote, Silvera se anticipó al cierre de Magallán y Sapetti y la empujó con el arco a su disposición.
Los errores eran capitalizados eficazmente por los dos y comprometían al andar de ambos conjuntos. En la jugada pos empate de Silvera, Matheu salió a cortar lejos de su área de patrullaje, y sin ductilidad ni tino para entender por dónde venía el juego, lo bajó con acritud a Neira y se fue expulsado. Con uno menos, Mohamed hacía cambios pensando en restaurar la estructura defensiva y en defenderse con la pelota. Capurro ya no prevalecía en la circulación del balón para Gimnasia, y a Neira le hacía falta un socio que le oficiara de asistidor. Pero tras la igualdad, el trámite se volvió más neutral, con más desprolijidades que buena utilización de la herramienta de trabajo, y a la par, el desgaste físico conducía inexorablemente a las malas cesiones y al miedo a quedarse sin el pan y sin la torta.
Los errores se pagan con sangre, en este caso, con goles en contra. Gimnasia juega sin arcos, porque no concreta todo lo que genera, y atrás pierde todo concepto básico para cerrar los caminos. El conjunto de Cappa eligió el pelotazo como su vía de avance, y no movió la pelota buscando el claro por el hombre de menos que el rival tenía. Y lo del Rojo es claro, sin reacción y desordenado, pero aprovechando cada concesión del Lobo Platense. Así, la zona del descenso va decantando sus víctimas.



IVÁN ISOLANI
abetsen@gmail.com