15:51 SANTA PATERNIDAD

Es cierto que ninguno de los dos llegaba con muchas luces ni con muchas expectativas a este clásico porteño. Uno sin entrenador, con más interrogantes que afirmaciones, y el otro, luchando por salir del pozo de la tabla paralela a la oficial, esa que lo tiene palmo a palmo y contando puntos para no descender. Entre toda esa previa más numérica y anímica, San Lorenzo sacó pecho ante un tibio Huracán, y con mayor capacidad individual en los últimos metros, se llevó el duelo por 3 a 0, con goles de Ortigoza de penal, de Juan Manuel Salgueiro tras eludir a Monzón, y del paragua peleado con el gol Velázquez. Traigan vírgenes, que santos sobran.
En la primera etapa, tuvimos que esperar varios minutos para poder entusiasmarnos con el encuentro. Porque Romagnoli no se movía de la banda izquierda, y al no hacer diagonales para intentar ser el conductor de los avances, entre Lemos y Bataglia se lo terminaban devorando. Salgueiro intentaba desde su movilidad y arriba el paraguayo Velázquez hacía lo que podía entre los centrales. Lo del Quemero no era mucho mejor, con tres volantes de corte defensivo, y sin el Chaco Maidana en cancha, apostaba a alguna asociación entre el Roly Zárate y Javier Cámpora en la ofensiva. Por centímetros y hasta por el palo, el Cuervo no terminaba arriba en el marcador, primero con Romagnoli, que se la pinchó a Monzón y la pelota besó la red de costado pero del lado de afuera, y luego un par de chances para Velázquez, que o el palo o las manos del 1 Quemeros le negaron la apertura del marcador.
En el complemento, Huracán seguía en su estilo conservador, y el local entendió que era momento de ajustar las tuercas e intentar algo más. A Romagnoli, Tojo le dio entera libertad para que el 10 flote y se enganche por la zona céntrica con Ortigoza y así tratar de abastecer a los puntas. Justamente, cuando Salgueiro le servía el gol a Velázquez con un centro a punto del penal, Facundo Quiroga se estiró dentro del área y la tocó con la mano. Favalle cobró penal y expulsó al central, que Orti lo cambió por gol puntualmente. Desde la ventaja en el marcador, el Globito mostraba sus mayores carencias para salir a buscar la igualdad. Y se exponía atrás, dándole espacios para la contra al Santo de Boedo.
Carmona mandó un pelotazo largo a espaldas de la última línea de la Quema, para que Salgueiro se fuera sólo para enfrentar a Monzón, y eludirlo con suma facilidad para marcar, sin oposición, el segundo tanto de su equipo. Ya las diferencias eran notables, tanto en lo individual como en su conjunto, San Lorenzo era el que, cada vez que se propuso llegar hasta el hueso de la defensa de Huracán, lo logró sin mayores dificultades. Con la habilidad de Salgueiro para moverse por los lugares vacíos y a espaldas de los volantes, y con la presencia de Velázquez para luchar y pelear todas. Un centro desde la derecha de Aureliano, para su compatriota Velázquez, que puso la testa para peinarla y dejar estaqueado a Monzón. El Nuevo Gasómetro era un carnaval, un aluvión de agua y de goles que, como el final del partido, terminó saliendo el sol.
Al igual que el clásico anterior, con idéntico resultado pero diferente escenario y desenlace, el equipo que venía herido y habiéndose quedado sin entrenador la fecha anterior, sonrió y ante su rival característico. Esta vez fue para los Gauchos de Boedo, que con más y mejores armas, le dieron otra cachetada al endeble Huracán, que se encalla cada vez más en la zona de promoción, y sólo subsiste porque sus compadres del descenso no suman. Pero, a no tentar la suerte.

 

 
IVÁN ISOLANI