17:05 CRÓNICA BY PEP GUARDIOLA


Hoy cuesta ver equipo que representen el legado de ordenarse a través del balón. Que roten de posición y lo hagan circular constantemente. Que ataquen y defiendan bajo ese concepto. Que creen y recreen un ecosistema poco vulnerable ante la tracción y le accionar físico de un rival que no sólo se desgasta en esa materia, sino que va derrumbándose emocionalmente, hasta reducirse a una ínfima expresión. Este Barcelona finalista, el que se ordena a través de la pelota, que pese a no ser un equipo filosóficamente apegado al rigor táctico, te ahoga bien en l lejanía de su propia meta, recuperándolo más cerca de la meta rival, y obligando al contrario a tener que ir sumando y atrasando con el correr de los minutos, a sus líneas ante el desborde de casacas azulgranas. Hoy fue tal la diferencia con este pobre Madrid, tan falto de solidaridad y respaldo demostrado por el que será finalista de esta Champions.  
"Hay que generar que el rival no haga 3 pases seguidos. Y estar juntos nos ayuda a quitársela". Pará qué estaban los 4 componentes del póker ofensivo del Madrid, si para activarlos y validar su justificación en cancha, además de la imperiosa necesidad de marcar goles, primero había que correr y acortar espacios libres para recuperar el balón. O por lo menos disputarle la tranquila posesión que el Barcelona tenía. Como Xabi Alonso y Diarra no daban abasto en su posición céntrica, porque por más que los 3 generadores de juego por delante de su zona, se acoplaran al retroceso por detrás de la latitud de la pelota, y pusieran empeño para entorpecer ese rondo, sea Xavi o sea Iniesta, o la ruptura por las bandas de los laterales, obligaba a esos contenciones madrilistas a tener que salir lejos y desprotegidos ante jugadores que elegían su punto de ubicación en base a su inteligencia y aprovechamiento integral de los espacios. Así es como Messi, en la amplia franja entre las espaldas de éstos y los defensores, recibía libre y con margen para maniobrar de frente a Casillas. "Los delanteros deben bajar, tocar y empujar al medio hacia arriba. Sólo así se encuentra un metro letal".
"Cuantos más pases damos, más juntos jugamos. Porque nadie sabe cómo acaban las cosas, pero yo sí puedo saber cómo empezarlas: con la pelota". El Barça no le daba referencias concretas en los últimos metros, porque Messi se unía a la red de toques junto a Iniesta y Xavi, y los extremos ampliaban el terreno para obligar a los laterales a no poder pasar, y jugar con un pique profundo como opción, o un cambio de frente al lado ciego. "El fútbol empieza en dos punteros. Aún lo defiendo a partir de los extremos, cosa que hoy no se hace, ya que se usan carrileros. Con extremos atacas más arriba. Jugando así, renuncias al contraataque y aceptas que el rival lo haga".
A partir de los 10 minutos, el dominio de uno sobre otro fue sideral, desde la entrega, desde el compromiso y la aptitud por salir en pos de hacerse de los servicios del balón, y luego los modos de capitalizar su utilización. "Empezar jugando es pasarse la pelota entre los defensas, sin mucha intención. Que jugadores y pelota avancen juntos, al mismo tiempo. Si lo hace uno sólo, no hay premio". El Merengue corría tras el chiche, como un perro correr a buscar un palo, y el Barcelona se floreaba, aceleraba y los dejaba estaqueados a los perseguidores, o descansaba para reajustar los caminos por dónde buscar el claro. "La pelota es la táctica que nos ordena Hay que tocarla mucho, y tenerla poco".
"Los pases largos son tan buenos como los cortos. Si el rival se cerró, largo. Y si está abiertos, cortos". La jugada la había iniciado Víctor Valdés, que la tuvo que alejar de la grama sólo por la presión honda de Higuaín, la fue transportando Dani Alves con terreno y el plano y la ubicación precisa de sus compañeros, cedió para que el Cerebro Iniesta, tan sólo él, filtrara un pase bochinesco para Pedro, que recibió sólo por el arrastre de marcas de Messi, y definió de zurda al primer palo de un Casillas entregado. Al igual que el resto de los merengues, impotentes y hasta humillados por la abismal diferencia.
De un error de Pedro, que se entretuvo con el balón entre sus pies –no pregonó el mandamiento de “tocarla mucho y tenerla poco”-, Xabi Alonso se la robó y partió rápido para Di María, que aprovechó su perfil zurdo para sacarse de encima a Mascherano, y romperle el palo más cercano a Valdés, pero el rebote lo capturó Fideo, y habilitó a Marcelo, que jugando de Adebayor, la empujó al fondo de la red ingresando por la puerta del área chica.  



IVÁN ISOLANI
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