22:59 INIESTA NOS GANÁS


Festejen, abrácense y sigan cultivando esa alegría. Con los mejores y más valederos argumento, basándose en una filosofía y una ideología     que abarca una forma de vivir y sentir el fútbol, el Barcelona dio cátedra en Wembley e hizo de este Manchester United un pequeño grano de arena. Con actuaciones que rozan lo perfecto, el blaugrana vuelve a reinar y a erigirse como el mandamás europeo.
En los primero minutos, la presión y el ahogo que proponía el United surtía efecto, pero como la pelota siempre corre más con mayor rapidez que los músculos, que se agotan y ceden esa presión fue mermando y dándole lugar al juego asociado, las pequeñas grandes sociedades en unos metros del campo. Con Alves y Abidal como motoso que respaldaban al extremo por su sector, y siendo grandes actores en cada avance su actuación no era de las estelares, pero con sus pasajes bien profundos, permitían que tanto los cerebros en la zona media, como los 3 puntas, gozaran de tiempo y espacio para establecer la red de telarañas.
Con pasadores de balón y los receptores moviéndose con conceptos al vacío, Barcelona establecía condiciones y el patrón de juego, ante un mediocampo desbordado por la cuantificación de movimientos y repentizaciones. A los 24', Xavi comandó una contra velocísima, con Villa sacando a Fabio con una diagonal hacia la banda, Messi retuvo en el centro a Vidic y a Evra, y en ese momento, el capitán la cedió de cachetada para Pedro, sólo por la izquierda que trasladó hasta definir al primer poste de Van der Sar, que imaginó un remate cruzado.
El Manchester no podía albergar tantos movimientos sincronizados y naturalizados. Chicharito deambulando ahí arriba, sin más que piques al límite de la línea de Mascherano y Piqué, Rooney teniendo que establecerse como soporte para el doble pívot central, brindándose para el retroceso y dejando su función de acompañante en la ofensiva. A los 35', en una de las contadas veces que Carrick pudo recuperar el balón presionando, lo ubicó a Rooney que tocó y buscó la réplica de Giggs, y de primera, el gran Wayne la empalmó para colgarla del ángulo más alejado de Valdés. Nada tenía esta igualdad de justicia, por lo expuesto por uno, más abocado a construir, mientras que el otro destruía y especulaba.
Pero el Barça, con variantes, rotaciones constituidas para combatir la presión y el apiñamiento de voluntades. Con Messi retrasado por el centro, en la "zona Messi", en tres cuartos flotando a espaldas de los volantes de contención, y demasiado alejado de la dupla de centrales como para referenciarlos. Toqueteando sin oposición, haciendo del pase por el piso un modo de vida, Messi recibió en soledad en su zona, avanzó e hizo lo que en toda la primera etapa no había hecho: probar las manos del experiente Van der Sar. La Pulga desenfundó un remate a medida, que se le abrió en pleno vuelo al arquero holandés y se metió.
Fue un monólogo íntegramente. Nadie niega las cualidades individualidades y el poderío colectivo del United, pero hoy el Barcelona lo redujo a cenizas, a un cúmulo de hombres destinados a cortar y a rasparse el alma para tan sólo intentar limitar el abanico de variables blaugranas porque, francamente, todavía nadie lo ha logrado. El tercero, otra obra de arte, no tanto por la paciencia y el juego de banda a banda, pero sí por lo espectacular del remate de Villa, que recibió en la puerta del área, y con mucha visión abrió el pie y venció al gigante Van der Sar en su estéril vuelo. Se alargaban las distancias en el marcador, porque en el trámite nunca fueron equitativas.

 

 
IVÁN ISOLANI