18:07 LE PICÓ EL BICHITO DE LA BRONCA


La gente chiflando, abucheando, historia conocida y repetida. Los jugadores, ésta vez de blanco y azul, con la cabeza gacha, mirando quién sabe qué, huyeron tan rápido que casi ni se alcanzó a identificar hacia qué caripela iban dirigidos esa silbatina generalizada. Lo cierto es que San Lorenzo, pobrísimo de juego y tan falto de apetito, cayó como local ante Argentinos Juniors en el Gasómetro por 2 a 1. Mercier, de una tarde superflua cortando y estando omnipresente en todos los sectores del terreno, la gran figura de un conjunto que supo cómo y por dónde jugarle al rival, que tan sólo improvisó.  
San Lorenzo tenía el balón, pero Argentinos, en su primer búsqueda de los espacios, encontró a Rius encarrerado en diagonal al arco, y cuando le salía Tula a la desesperada, tocó de cachetada con su revés diestro para la ruptura al vacío de Emilio Hernández al vacío, y cuando salía a atorarlo Migliore, lo eludió hacia afuera y definió con la derecha. Un golazo del chileno, porque cuando lo avasallaba la última línea, igualmente usó su pierna hábil para clavarla en el poste más lejano.
Con Niell como única punta neta de referencia, pero volcándose a los costados para desestabilizar esa línea de 3 en defensa azulgrana, y con el buen pie de Hernández, Rius y Oberman en los tres cuartos del terreno, le creaba más de un problema al retroceso de los volantes de San Lorenzo. Porque Ortigoza y Pereyra no daban abasto en el patrullaje y la toma de ese terceto de creativos, que se movían con inteligencia y encontraban su búnker en la franja del peruano Carmona, porque éste iba más de lo que volvía, y Tula quedaba demasiado desprotegido.
Cuando más apurado y vertiginoso lucía el Santo de Boedo, apareció Romagnoli. Recibió como un típico enganche por el centro del campo, fue buscando compañía hacia el andarivel izquierdo, tocó y picó para ofrecerse como descarga a Aureliano Tórrez. Cuando recibió la pared, transportó un par de metros y antes de entrar al área, desenfundó un tremendo remate que le venció las manos al pibe Ojeda, y fue a parar a la parte alta de la red.
El empate no impartía toda la justicia que el trámite mostraba. Era el Bichito el que gozaba de mayor y mejor utilización del balón, el que jugaba sin posiciones fijas del medio hacia arriba, y desnudaba quedos y huecos por el carril de Carmona, lo que obligaba a que Pereyra tuviera que salir lejos del círculo central hacia ese costado, y Ortigoza no diera a basto con tanto hombres de rojo desprendiéndose. Claro, era superior hasta la puerta del área, a partir de ahí, perdía efervescencia.
Ya con los minutos de adición marcados, Tula quiso salir jugando y se complicó sólo ante la presión del Enano Niell, que se la robó y antes de la guadaña de Herner, la alcanzó a puntear para el pique de Basualdo, que tenía la definición en la cabeza, por eso le dio chagüí a Migliore para que lo atorara, total, se la pinchó con una finura y una prestancia. Era merecido que el Bichito estuviera ganando.
San Lorenzo nunca tuvo juego asociado, preestablecido, porque Ortigoza bancaba la parada más cerca de la faz defensiva, entonces la línea del balón le quedaba muy lejos y también la sociedad con el Pipi Romagnoli. El único que intentaba era Salgueiro, pero a medida que transcurrieron los minutos y los momentos, se fue contagiando de la pereza y de la falta de argumentos y conceptos de sus compañeros. Y Argentinos, ya regulando la situación y no siendo continuo en su toqueteo de primera, se establecía más en la zona media y buscaba los momentos para soltar gente en la ofensiva.

 

 
IVÁN ISOLANI
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