20:05 AFILANDO LOS CUCHILLOS





Ajustar muchos detalles, de cara a lo que se viene. Se vieron algunas cosas interesantes, pero todavía hace falta rebuscárselas para poder hacer de Messi tan sólo un plan más en el abanico de variables, sobretodo contando con semejante caudal en las gateras. El rival no fue tal, mezquino, casi sin fuerza para poder animarse a probar los anticuerpos defensivos de la Albiceleste. Pero Argentina, con renovadas expectativas de cara a la cita continental, festejó al ritmo de cuarteto en el Monumental de Núñez. Lavezzi, Messi, Agüero y Carlitos Tevez pusieron su firma en esta goleada.
Messi es el imán de esta selección, es esa fuerza de atracción que rompe con la máxima del equipo de ir por los costados. Su traccionar marca el ritmo que Batista quiere que tengan los desenlaces de tanta tenencia del balón. Es cierto que el punto de partida de Lavezzi y Di María es paralelo a las líneas laterales, pero eso no invalida que ambos laterales estén dispuestos y predispuestos a ser alternativa de profundidad.
Albania, en el empate ya había optado por esperar todo compactado en su terreno, y en desventaja, inmutable. Decíamos que el pasaje a posiciones ofensivas de los laterales permitía, no sólo ampliar el terreno, también liberaba a los extremos para que acompañen más a Messi, más centralizados y atacando a los hombres de la última línea con diagonales. La Nacional, llegó al primer tanto así, con Rojo llegando por su sector, cediendo para Lio, que la peleó perpendicular al arco, y con un estiletazo tremendo a espaldas del defensa, lo vio a Lavezzi profundo, que terminó la jugada cruzando su remate. En velocidad y con movimientos con y sin pelota, Argentina inició su maniobra por una banda, y la culminó por la otra, con mucha gente como posible receptora como opción.
Banega, el todocampista que, entre otras cosas tenía la premisa de hacerle llegar la pelota limpia a Messi. Pero, en cuanto se cansó de recorrer casi todos los anaqueles y rincones de la zona media y aledaña, la posesión comenzó a ser más desprolija, a no tener a los costados activados para una ruptura al vacío. Biglia no era banca, y así, cuando la agarraba Messi, que a estas alturas jugaba en tres cuartos de cancha, y ya no acompañaba fluidamente las combinaciones como un tradicional centrodelantero, esa rotación del balón se volvía monocorde e intrascendente.
Antes que culminara la etapa inicial, Messi inició, por el centro, t entre Banega y Lavezzi le construyeron el puente para que el crack del Barcelona, que esta vez sí se tuvo la confianza y el olfato de un goleador para meterse dentro del área, y cuando la tuvo a tiro de su zurda, sacó un remate potente y rastrero que se metió pegada al poste.
Con los ingresos de Carlitos Tevez y el Kun Sergio Agüero, las bandas fueron más utilizadas pero no como zona de profundidad, sino como netamente ofensivas, con la implementación de dos puntas netos picándole a espaldas de los laterales, para que Messi, más societario con Banega en su zona, pudieran descansar y habilitar a los extremos. Esa postura rejuveneció el frente de ataque, que acumulaba más ambición y, más verticalidad. El triplete estuvo a cargo del Kun, que recibió otra saeta del Lio con el revés del pie izquierdo, y cuando todo hacía pensar que iba a mandar el centro para entrada de Tevez, amagó y definió con el arco casi vacío.
Carlitos merecía su premio, y también para recibir las alabanzas de la gente, que en esto de tirar para un lado, eligió al Apache por sobre el entrenador, que en un principio había recibido muchos abucheos. Otra arremetida de Agüero, que se metió dentro del área y, con un pif, terminó cediéndole el cuarto y definitivo al goleador de la Premier League.

 



IVÁN ISOLANI