23:02 JAMÁS RECORDARON QUE SE JUEGA CON ARCOS



De los arcos, ni noticias. Los arqueros, ni enterados que hubo un encuentro por los porotos. Que Independiente, más relajado por haberse zafado de todo posible inconveniente con el promedio, y Tigre, que iba a por esa misma condición, pagó el hecho de no contar con gran parte de su armada principal –incluyendo a su goleador Stracqualursi desde el arranque-, y con las dudas y el poco empírico abanico de variables en los últimos metros, apenas si empataron en 0.
Ambas scuadras diseñadas similarmente. Dos líneas de 4, con poderío en las vías laterales, y mucha movilidad por parte de los volantes de contención, primero para recuperar la bola y luego jugarla criteriosamente. Independiente pagaba la doble torre ofensiva con mayoría de bochazos en su búsqueda, para que Silvera y Parra se fajen con los del fondo. En cambio Tigre, sin una referencia de peso, apostaba por hilvanar desde el cráneo de Román Martínez, y la verticalidad de los aleros, encontrar alguna diagonal del Pelado Gómez o de Telechea, más ágiles que los centrales del Rojo.
Entre la indecisión de la visita para decidirse a buscar la profundidad que le daba por la izquierda el pibe Villafañez, y el desequilibrio que sufría el andamiaje del Matador ante la ausencia de Stracqualursi en la ofensiva, pudiendo aguantar la pelota y ser el descanso para los mediocampistas que acompañaran, el encuentro caía en una meseta irrecuperable. No pasaban de un toqueteo inerte y sin mayores riesgos para Gabbarini ni para Ardente. La presión y el esfuerzo físico era tanta, que provocaba que cada vez se la pasaran peor y con menos vocación por asociarse para crecer en el terreno.



IVÁN ISOLANI