17:58 SUSPENSO HASTA LA SEMANA QUE VIENE




River lo jugó como lo planeó su entrenador en toda la semana. Corriendo, todos detrás de la línea de cal que divide los campos, y si pescaba algo en la ofensiva, que sea un regalo inesperado. Así fue como se adelantó en el marcador, con un fierrazo de Ferrari, que la empalmó de sobre pique y le daba una victoria al Millo que lo ilusionaba. Pero las dudas para mantenerse, sumado al planteo y los cambios muy poco entendibles de Jota Jota López, desorientaron aún más a un equipo inmerso en una situación que lo apabulla, y que lo tendrá hasta la semana que viene con el pulso tenso. Estudiantes, imprevisible.

Partido trabado, más de fricción y de continuas exigencias físicas que cerebrales. River, con todos sus componentes salvo Caruso, apostados en su mitad del campo, con Ferrari y Arano doblegando los esfuerzos para poder controlar a Enzo Pérez, volcado sobre la derecha y controlar las constantes pasadas de la Rana Iberbia por el sector antagónico.
El Pincha sorprendía con las rupturas de los mediocampistas por sorpresa, haciéndose eco del retroceso irregular y desaceitado de los volantes del Millo. El pibe Carillo salía de la zona de ruido para pivotear y dejar a la última línea sin referencia fija para tomar, lo que le daba libertades a Enzo Pérez y a Jara para moverse por todo el frente de ataque y buscar los espacios vacíos. Diga que no tenían ninguno de los dos la inteligencia para jugar en equipo, porque perdían todas las bolas por individualistas y displicentes.
River no tenía la posesión, no la disputaba si quiera. 8 tipos netos para recuperarla, involucrando por momentos a Lamela y a Caruso en esa empresa. Y cuando la tenía, Arano y Ferrari estaban bien hundidos en su zona, Lanzini, más funcional para volver que para ir, y Lamela sin entrar en el circuito. River, no lastimaba, Estudiantes, tampoco. Partido de 30 metros, de círculo central.
En el primer remate franco al arco de Orión, la Banda se encontraba con una inesperada ventaja. De una pelota enredada que no pudieron sacar en la puerta del área pincha, Ferrari la bajó con el pecho y, de sobre pique, sacó un tremendo remate de zurda que se le coló a media altura a un Orión que no se esperaba semejante desenlace.
Poco le duraba la transitoria victoria a la visita, porque la pegada del Chino Benítez, que tuvo un primer tiempo bastante impreciso en los envíos, pudo corregir la mira, acertándole a la cabeza de Sarulite, que apareció por el punto del penal para peinarla y vencerle las manos a Carrizo. El empate era justo, porque ninguno de los dos merecía mayores réditos.
Los cambios a Estudiantes, en vez de potenciarlo y darle aire fresco, lo frenaron y le quitaron las gambetas endiabladas de Enzo Pérez. Ese quedo hizo mella en la mente de los hombres de River, que con Funes Mori ya en cancha, se dispusieron unos metros más arriba en el campo para buscar alguna situación más. Por el desgaste altísimo hecho por ambos, en los últimos minutos se vio un ida y vuelta, con poca marca en la zona central y muchos espacios para que algún pique al vacío resolviera la paridad.

 


IVÁN ISOLANI