21:59 EN SAN JUAN, FESTEJAN CON VINO TINTO


Entre tanta figura suelta dando vueltas, con seleccionados plagados de piernas valuadas en millonadas sumas, y con nombres pesados que ya dijeron adiós, los pequeños al poder. Los grandes de continente ya no asustan, mucho menos sus jerarquías individuales. El nuevo fútbol impone, además de gambetas, funcionamiento y humildad para idear una táctica capaz de neutralizar el poderío del rival y, en base a esa primera mitad del plan, potenciar los puntos flacos del oponente y hacerlos virtud propia. Con estas características, y con jugadores funcionales a la estrategia de un joven pero prometedor entrenador como César Farías, Venezuela se cargó a la Chile del Bichi Borghi en su local San Juan. Con dos magistrales ejecuciones de Juan Arango, el primer exportado de los jugadores al Viejo Continente, el seleccionado caribeño sacó máxima rentabilidad de la pelota quieta y, promulgando un fútbol de avanzada, se encuentra en semifinales. Orden y progreso, de la bandera brasilera directo a la ideología vino tinto.
La Rojita fue quien comenzó más adelantada en el terreno, ejecutando un pressing en lo físico para forzar la movilización del balón desde el fondo venezolano. Chile más en corto, en velocidad y con la constante visibilidad de los receptores para asociarse y romper por las bandas o con algún pique de los delanteros. Venezuela buscaba neutralizar, por medio de 2 líneas de cuatro cercanas y replegadas en propio campo, ese vértigo propuesto por el rival. Con Lucena y Rincón sosteniendo y bancando la parada por la zona céntrica, y tratando de hacer ejes y sostén de la pelota tanto a Fedor como Maldonado, de muy buen partido hasta que fueron sustituidos. Ellos eran el descanso en la ofensiva para jugarse un pleno ante la línea de 3 trasandina.
Alexis bien tomado, Suazo desaparecido entre las dos torres del fondo, Chile no podía sortear el tipo de partido que Farías le proponía. Con prestancia, orden táctico y un plan diseñado a medida del rival, el combinado caribeño presionaba a los responsables de constituir el circuito e juego, con un hombre siempre encima del Mago Jiménez, y con los carrileros en coordinación con los laterales para no permitir que carreteen hasta el fondo Isla o Vidal. Entonces, como ese marcaje no involucraba a Medel o Carmona, los más retrasados en el mediocampo,  Chile no podía cambiar de ritmo y se volvía prescindible en sus desplazamientos.
A los 34’, el tener un buen ejecutante de pelota detenida, y un ropero q quien buscar, se termina volviendo un arma a favor. Arango buscó la zona del primer racimo de hombres, donde el ruludo Oswaldo Vizcarrondo se elevó en anticipo y, arqueando el cuello con repentización, le imprimía fuerza al envío, que se terminó metiendo pegado al primer poste. Se justificaba el resultado, primero porque el más débil había encontrado los caminos para neutralizar el juego chileno y, a partir de esa imposición, poder llevar a cabo la segunda parte del plan, jugando y haciendo correr el balón ante la sorpresa colectiva.
Como era de esperarse, y sumado a la vereda ideológica en la que se encuentra el Bichi Borghi, Chile sacó a relucir todo su potencial y la jerarquía de sus hombres para poder reducir a Venezuela a un manojo de hombres defendiendo como podían en la puerta de su propia meta. Con Valdivia en cancha, creció en calidad la circulación vertical del equipo y potenció al joven maravilla Alexis y le dio chances a Suazo. Venezuela resistía por las manos de Vega o por la fortuna de los postes, que le negaban a la Roja la igualdad. Primero a Suazo, que giraba y desenfundaba una fugaz mediavuelta que el travesaño le dijo no, y luego a Valdivia, que la tomó como venía en la medialuna del área grande y, otra vez, el otro vértice era protagonista.
Hasta que, en la tercera, la suerte y el desenlace se decantaron para el perdedor. De un lateral rápido que apuró Medel, lo vio a Sánchez sólo por derecha y, cuando Suazo le marcó el pase en diagonal casi en el área chica, y como en la anterior jugada, giró para su diestra y sacó un remate tremendo que pegó en el horizontal y picó por detrás de la posición de Vega, sorprendido por la acción de Chupete. Después de tanto ir sin lograr resultados, por fin afinaba la puntería la Rojita y ponía justicia en el marcador.
Poco le duró la algarabía y el respiro al equipo trasandino. A los 35’, bendito seas Arango, que como Forlán, tiene el manual de la ejecución de pelotas quietas aprendido al dedillo. Un zurdo desde la derecha, mitad centro y mitad tiro al arco, que Bravo, por no salir a cortarlo de raíz no supo resolverlo en la línea del arco, y del rebote, Cíchero lo remató para devolver a la Vio Tinto a las semis. Encima, en la contra siguiente, cuando Seijas  la tiraba larga y ganaba, Medel la tocó con la mano y, como estaba amonestado, el árbitro Vera le mostró el camino de salida al Pitbull del Sevilla.
Chile terminó atacado como pudo, y Venezuela, que podría haber marcado más goles ante el desmembramiento en el retroceso defensivo chileno, se apuró y pecó de ansiedad.





IVÁN ISOLANI