16:03 UNIÓN PARA GANAR


Ricos vs pobres. La parte de plata contra los que rascan las piedras. Colón, con billetera, nombres y más años en la categoría, contra el carenciado que venía –en los papeles- a refugiarse al Cementerio. Minga. La ambición pudo ante el achanchamiento. Lo anímico pesó. Y en las venas, sangre. Y en la cancha, Unión.
Los primeros minutos, netamente para Unión. Imponiendo la marcha, implantando sin pedir permiso al dueño de casa, para coparle la parada en la mitad del campo. Recostándose por el sector izquierdo, donde Velázquez jugaba a espaldas del torero Moreno y Fabianesi, y con Paulo Rosales acercándose para hacerle el 2-1 a Barraza y obligar a Raldes a dejar su postura defensiva.
Unión circulaba, desfilaba bajo su ritmo. Colón amanecí atado, incómodo con el biotipo de encuentro que se le imponía, sin poder hacer mucho. A los 8’, el creativo Paulo Rosales, aprovechó el carril paralelo al arco e Pozo, y cuando vio el resquicio, desenfundó un teledirigido con destino al ángulo opuesto. Tremendo arranque del actor de reparto, tomando en cuenta el comienzo de Apertura de los dos.
El cimbronazo, más el aliento de su gente, simuló ser el despertador para el Sangre y Luto, que abrió los ojos e hizo ademán de querer. Pero apenas fue un atisbo. Porque en la primera de cambio, se volvió a tapar y siguió su letargo. Contra rápida con pelotazo incluido para Barrales, que se escapó sólo por derecha, y con un centro incómodo para la reacción de Pozo, que apenas pudo rozarla para dejarla muerta dentro del área chica. En el rebote, con varias camisetas sabaleras, Fausto Montero madrugó a todos y marcó, para sorpresa popular, el segundo.
El microclima ya había mutado. Unión, cauto de arranque, pero dándole de arranque a su archirrival la dosis letal. En los clásicos, no pesan tanto los nombres ni los presentes, lo anímico es fundamental. Y en ese campo, los Tatengue se convencieron más y mejor.



IVÁN ISOLANI