2:12 ACADEMIA REPROBADA EN CARÁCTER



Parada brava se topó en el camino constructivo de la identidad de esta Academia Racing Club. Brava no. Bravísima. Desde lo identitario, una muestra más de inconsistencia del equipo para mantener la estabilidad en situaciones en donde el temple y la evolución colectiva deben ir madurando progresivamente. Lo positivo, la vuelta al gol de Gio Moreno, que hasta que salió en el primer cuarto de hora del complemento, había sido la bandera del buen juego asociado, especialmente con Toranzo, y el único capaz de mostrar algo distinto.
Tipos como Gio, son capaces de encarnar e idealizar lo que todos nosotros, siempre quisimos hace. Vivan sus gambetas, su técnica rara y su tranco desgarbado pero tan eficaz para sacar oro de las piedras. Y viva la sencillez y el desparpajo que tiene a la hora de hacer todo lo difícil como algo humano, algo terrenal.
Es cierto que los primeros 10 minutos habían sido de estudio, con alguna que otra mano más pesada de lo normal para sacudir la modorra monótona. Pero claro, los distintos sobresalen en esta clase de momentos, cuando ninguno de los “media” tiene la suficiencia como para ponerse el traje y asumir responsabilidades que le cuestan asumir.
El colombiano, desde que Baldassi pitó el foul en la puerta del área a Toranzo, comenzó a relamerse, a sentir en su pie izquierdo ese cosquilleo que se siente al dar un primer beso o cuando se pide matrimonio. Para él fue un trámite la ejecución. Le bastó aggiornar su exquisita horma a la situación, calibrar el botín y, con sumo desparpajo, la impactó tan sutilmente a la bocha, que el amor fue a primera vista. Y el efecto instantáneo, con el ángulo como zaguán y Bologna, como el prometido despechado. Corra, festeje. Demuestre al mundo quién es ese larguirucho que viste la 10 en su dorsal. Haga lo que quiera, lo que sienta, que siempre será bienvenida su magia entre tanta burrada y antifútbol.
El partido, pese a la joya de Gio, no salió de la media de cada fin de semana. Fue intenso en cuanto al despliegue físico y a los anticuerpos de cada uno para contrarrestar las armas contrarias. Unión, en desventaja, agudizaba sus carencias y sus dificultades para poder confeccionar situaciones favorables en zonas favorables. Tuvo en Rosales al gran ausente de la noche, y desde esa floja prestación, toda la flota ofensiva se establecía, pero tirada de los pelos.
Racing no fue un dejo de brillantez. Compacto, sin necesidad de tirar toda la carne al asador. Pelletieri y Jacob para el garrote por delante de una línea de cuatro que pocas veces soltó a los laterales. Ese bloque lo movían Toranzo y Moreno, socios en lo deportivo y lo ideológico, hasta que el colombiano salió y el Pato quedó demasiado sólo como para asociarse y construir el circuito de juego. Si Hauche y Teo no figuran en esta crónica, es porque el biotipo de partido no los incluía como prioridad de búsqueda.
A los 23’, en la nebulosa en la que rondó mayoritariamente el encuentro, y en donde un gol sólo aquietaba las aguas de la paridad entre ambos, Barrales primereó con el cuerpo a Licht la posición y, cuando estaba yéndose derecho a enfrentar a Saja, al lateral no le quedó otra que derribarlo. Penal que el Beto Bologna se encargó de convertir, no sin antes ponerle tensión al 15 de Agosto, cuando el Chino Saja le adivinaba la intención, y recién en el rebote pudo marcar la igualdad.



IVÁN ISOLANI