22:15 EL EMPATE CALZA JUSTO



Poca imaginación. Un empate a cero merecido. Porque uno no pudo, y el otro se conformó de antemano con eso, además de no querer. De arcos, pocas noticias. Mucha inmediación. Eso sí. El pasto de las áreas intacto, el de la mitad, prendido fuego. Vélez siempre se sostuvo como más entero, más aprendido su libreto. Disminuido en la cantidad de variables en el abanico, estableció el ritmo del juego, y provocó que, a priori, Argentinos pensara más en neutralizarlo que en intentar ser protagonista.
Canteros y Cabral desdoblándose para quitar y también para repartir juego. El mago Ramírez, gastado foco que más se apagó que lo que dio luz, todo terminó recayendo en lo que fuese capaz de producir el Burrito Juan Manuel Martínez. De él y por él, la última línea del Bichito suspiraba. Cada vez que encaraba, pasaba. Pero en soledad, sin respaldo de sus compañeros para buscar los espacios vacíos.  
Vélez mostró las carencias de los que ya no están, y también, que sus sustitutos todavía no encajan en el engranaje del equipo. Hasta tres cuartos era el de siempre, pero a la hora de exigir la máquina en los últimos metros, se notó la falta de potencia y, de acompañamiento para el Burrito Martínez.
El local esperando bien plantado, sin apurarse y tomando las precauciones necesarias para poder tener el antídoto a los diferentes caminos que el Fortín camina ya automáticamente. Rius persiguiendo a destajo cada subida de Papa, Basualdo –la figura excluyente de la noche- corriendo por él y por todos. Sólo por él, la preponderancia del mediocampo velezano no era completa.
Situaciones escasearon. Y las que hubo, inclinaron la balanza para la visita, que de no ser por la pólvora mojada del Guille Franco, podría haber ligado más. Pero lo justo era que ambos pagaran con la pena máxima, el no haber ganado este encuentro. Fue parejo para abajo. Mezquino. Un cuadro perfectamente pintado de lo que hoy es el fútbol doméstico.


IVÁN ISOLANI