17:06 RESPIRA ALIVIADO EL CUERVO

Son partidos bisagra. En donde lo anímico suma más que el nivel colectivo e individual. Si esta victoria marca tendencia o no, es prematuro definirlo concretamente ahora. Pero este 2 a 1 de San Lorenzo sobre Vélez es un triunfo que se comenzó a cimentar desde afuera de la cancha. Desde el acertado cambio de timón del Turco Asad en el entretiempo, que equilibró al equipo en la mitad de cancha, la zona desde donde el Fortín comienza a madurar su juego, y con mucho apego a la marca, con una idea más clara para esperar y salir rápido de contra, tuvo su premio sobre la hora, con esa corrida de Salgueiro.
Entre la improvisación y el hábito, siempre se superpone el conocimiento bien aprehendido de las buenas artes. Vélez es como un reloj de arena, arranca con todo el peso por una banda –por la izquierda presumiblemente-, con el ascenso incansable de Emiliano Papa, y con la sana costumbre de lo imprevisible que significa un cambio de frente, remata por la derecha, con la buena racha de Augusto sumándose como un delantero más.
En una contra, la inteligencia de los intérpretes siempre es más que cualquier arresto desesperado por cubrir espacios y cerrar caminos. Y en una defensa de tres como la del Cuervo, vulnerable, Vélez subió por el andarivel izquierdo, y con el refresque del cambio de dirección brusco y repentino, Augusto Fernández se encontró en la puerta del área y sin marca cercana, y con un remate por lo bajo cruzado, eliminó la oposición de Migliore aun dando los pasos de ajuste.  
Toda esa superioridad desde la estructura y de lo individual del local sobre la visita y sus fantasmas en la primera etapa, de nada sirvió en el complemento. A los 5 minutos, una desatención en defensa en segunda jugada y a cobrar. Un córner del zurdo Bazán que, no supieron despejar en el área chica, y por el fondo le quedó a Gigliotti, que de aire la devolvió al lugar de origen de ese envío, para dejar a Enzo Kalinski mano a mano con la red, para establecer con su cabeza el empate ante la desesperada llegada de Papa y Barovero por tapar lo irremediable.
Con este gol, el cambio a de Asad a dos líneas de cuatro fue recompensado. Es cierto, sin haber hecho méritos previos, pero a partir de este hecho, el rendimiento de Kalinski creció notoriamente, ahora respaldado por el pibe Pacheco en la contención, y junto Al buen criterio del Pipi Romagnoli para darle destino seguro al balón, hicieron que el trámite no tuviera una V azulada como estandarte.
Vélez también hizo lo propio. Aturdido por el cimbronazo, rápidamente mostró que la circulación del balón careció de receptores netos para cambiar de ritmo de tres cuartos para arriba, mostró que su punto flaco es en la ofensiva, en donde los recursos son escasos y las situaciones no se dan con efectividad.
Y cuando ya pisaban el tiempo adicionado, y con Vélez jugado apostando todo a una pelota parada, desde un pelotazo comenzó a construirse la heroica. Cuando Salgueiro, el único hombre blaugrana en la mitad de cancha, le ganó por potencia y velocidad a Domínguez y a Desábato, y tras una larga carrera, enfrentó a Barovero y, con mucho suspenso, terminó marcando el gol de la victoria.
Mucho en el debe para ambos. Pero, con 3 puntos en el bolsillo, la mente trabaja algo más relajada.




IVÁN ISOLANI