22:42 SABELLA LUNGA EL PIPA



Se juntaron el hambre y las ganas de comer. El de las decisiones espontáneas y las saetas precisas a la hora de la puntada final, y el equivocado rival, que desde su ideología –artificial, ficticia, nunca comprobada en la realidad- se suicidó ahogándose con su propia saliva. No sé qué pesó más, si la tremenda eficacia en la fiesta de Higuaín, Messi y compañía, o las calamidades atroces que Chile concedió.
Espacios hubo, peatonales para uno y otro. Pero la diferencia sustancial estuvo en la identidad de uno y de otro. Chile encuentra en el control del balón a su motor de juego, por jugar con pulcritud desde la latitud 0 y salir arriesgando sin mediar sector. Lo de la Argentina pasó por la rapidez, sin tanta necesidad de la tenencia cuantitativa de la posesión, pero, desde el entramado del contrario, fortaleció el cambio de ritmo y el pasaje rápido a posiciones ofensivas con la chispa de Di María y arriba claro, él. O ellos, porque entre Higuaín y Messi se divirtieron hasta el hartazgo con la pesadez de los componentes de la última línea trasandina.
Chile expuso sus falencias al máximo, porque se pensó para algo que pocos de sus hombres pudieron llevar a la práctica. Desde la premisa de utilizar con pulcritud la pelota e ir sumando gente en ataque como variantes, desnudó serios problemas a la hora de volver, porque el retroceso no era inteligente sino desesperado, cubriendo huecos pero descuidando al hombre. Así es como se desniveló el resultado. Con un retroceso pésimo luego de un tiro libre desperdiciado por Waldo Ponce, y con una contra comandada por Ángel Di María, que levantó la cabeza y esperó que el Pipa Higuaín le sacara unos metros de distancia a Vidal, y lo habilitó con un pase por lo alto fenomenal, que el 9 paró y le rompió el arco a Bravo con una definición con pleno empeine.
Mareado, pero todavía de pie, la Roja seguía igual. Con un equipo demasiado largo, que no encontró ningún intérprete para purificar la transición de ataque a defensa. Es que fue o negro o blanco, nunca gris. O eran todos al ataque, o eran pocos los que retornaban para colaborar con la empresa de neutralizar un ataque argentino que, por características propias y concesiones ajenas, le sacó jugo a cada una de sus situaciones.
Higuaín, la figura rutilante de la noche. No sólo por el hattrick, sino por su peso específico para estar siempre un paso más adelantado que cualquiera en la jugada, y para elegir siempre bien según lo que pedía cada ataque. Así fue como abasteció a la Pulga Messi, su compañero de juerga, para que el crack del Barça definiera como venía ante la salida de Bravo.
Entre líneas, aprovechando la Avenida Florida peatonal que había entre volantes y defensores chilenos, Di María fue el siempre vertical que rompe con los esquemas, Messi ganó siempre y en dupla con el Pipita, se hicieron un lindo festín para, a poco de comenzado el complemento, ampliar la ventaja. Un disparate de Bravo para salir jugando, le quedó a Messi que con un pase de caño, le cedió la faena al 9 bravo, que de zurda sentenció arriba. Demasiado sencillo todo.
El descuento de Chile, provino del relajamiento albiceleste, además de algunas desatenciones específicas en la cobertura de la espalda de Marcos Rojo. Mauricio Isla llegó hasta el fondo y, con envío sin dificultades para Andújar, que calculó mal y sólo se complicó, le permitió al Mati Fernández definir con el arco desguarecido.
Faltaba la tercero del goleador, que con tiempo y espacio, y juntándose con Lio Messi, fueron dinamita.




IVÁN ISOLANI