18:27 YA LE TOMARON LA MANO



River todavía no conjuga en su ADN la actualidad del torneo B Nacional. No siente el cambio de categoría. No asimila la disparidad de respeto que genera para con los demás equipos. Cada fin de semana, es un partido más para La Banda, pero para el rival de turno, es el partido. A Cavenaghi, al Chori Domínguez, a Sánchez y cía los junan todos. Porque todos quieren ser como ellos, y desde ese superconocimiento, los planteos se reiteran y son certeros.
Un equipo partido. Dos caras bien disímiles y apreciables entre sí. Mucha voluntad en el ataque, pero livianito para el retroceso. River, otra vez no encontró en el microclima del encuentro su mejor versión. Apagados los revulsivos a la hora de asociarse y cambiar de ritmo en los últimos metros. Ferro, de inteligente y sensato planteo, estudió de antemano las características del equipo de Almeyda, y le sacó jugo a sus movimientos simples.   
Un partido de pasos cortos de mover una pieza por vez para tantear el panorama, y la reacción del rival. River era pausado para hacer la transición a campo contrario. Demasiado. Carrileros que no encontraban resquicios por donde ampliar el terreno ante el cerrojo que ofrecía Ferro. Laterales sin convicción ni sorpresa para romper con la media y ser opción de proyección.
El Chori Domínguez bien barajado por la unión de esfuerzos del doble pivot central entre Lértola y Zaninovic. Rengo en la gestación del fútbol, sin asociación ni diagonal efectiva de Carlos Sánchez para asociarse y colaborar, ni tampoco el respaldo del primer pase de un hombre de visión y organización en los primeros momentos de los avances. Carente de ideas y callejones, el Millo lució otra vez esas falencias que, desde la zona media –búnker de reuniones futboleras- le pesaron para entender el biotipo del encuentro.
Ferro, asumido como inferior con anterioridad, delegó la preponderancia del terreno y las obligaciones estelares con el balón. Su principal herramienta fue el contraerse, unirse para formar un todo que fuera capaz de neutralizar y destruir las variantes de La Banda. El ser un equipo corto, voluntarioso a la hora de ocupar espacios, era el motor no sólo para inmunizarse contra la dosis potente del contrario, también permitía levantar vuelo cada vez que veía la oportunidad de desplegarse de contra.
Casanova, sin posición fija, flotaba con comodidad por detrás de Cirigliano, que tenía el debate interno con sus impulsos internos para no quedar expuesto y sólo a la hora de la recuperación. Y en esa obsesión de acoplar gente en los tres cuartos de cancha, el terreno espacio entre la línea de mediocampistas y la de defensores era la tierra fértil para que el Verdolaga se jugara un pleno al contraataque.   



IVÀN ISOLANI