1:37 LAS DOS CARAS DEL EMPATE



Dos análisis posibles. El del vaso medio lleno, es que no se perdió. Cancha difícil, equipo sumamente trabajado y con bagaje en el lomo y pergaminos suficientes como para no lamentarse ante una igualdad. El vaso medio vacío, la superioridad mostrada en el desarrollo del juego, con un andamiaje solidificado desde abajo hacia arriba. Con chances netas para haber merecido más. Variables en la mente Xeneize pos igualdad en 0 en el Amalfitani ante Vélez Sarsfield.
Desde el costado colectivo, punto para la visita. Más aplomado, aguerrido, planteando batalla desde la presión para nada escatimada en esfuerzos. Todos al servicio de la recuperación, y bien lejos de Orión para no tener que cortar en la puerta del área propia y arriesgarla en la salida. Somoza mandando y comandando en esa empresa de no retrasar la línea de medios, y junto con el laburo contenedor de Pichi Erbes sobre la franja ante las subidas de Papa, Boca se hacía fuerte y bancaba la parada en la zona donde el Fortín suele engendrar todo su potencial futbolístico.
Araujo bajando para asociarse con Chávez y doblegar al solitario Tito Canteros en la recuperación velezana, Falcioni planteó un partido con dos premisas claves: maniatar a Canteros, obligándolo siempre a comprometer ese primer pase, y tirándole al joven Araujo sobre la inexperiencia de Cubero en la saga central. Las dos cosas funcionaron, porque el volante central falló más de la cuenta en toques sencillos, y el Poroto cometió el penal -luego marrado por Schiavi- y sufrió toda la tarde la movilidad del pibe, que no daba referencias fijas a los centrales y se intercambiaba continuamente la posición con Mouche.
Clemente siempre salida, cosa que, en el duelo de laterales izquierdos con vocación ofensiva, Papa no supo lograr. Zapata corriendo más que jugando, Ramírez desaparecido en acción a la hora de darle buen destino a la línea de la pelota, y en los momentos en los que intervino, estuvo muy pegado a la línea y blandito para sobreponerse al contacto con Roncaglia.
Situaciones no hubo muchas, pero todas con el sello boquense. Mouche tuvo dos calcadas, queriendo pincharla por el cuerpo de Montoya, pero una murió en el techo del arco, y la otra lo anticipó levantando los brazos el arco reemplazante de Barovero. Y el penal, que el Rolo Schiavi falló por patearlo justamente en contra de su forma habitual.
Un empate que, según desde qué óptica se lo mire, vale mucho, poquito, o nada. Lo cierto es que Boca sigue firme, no pierde puntos, tampoco orden ante los imponderables, y va tachando fechas y rivales que se saca de encima.



IVÁN ISOLANI