18:46 RIVER, ANTE LA ADMIRACIÓN Y LA PUNTA


River se trae un triunfazo desde Madryn por varios motivos. Por el reducto, pequeño y propicio para fundamentar la falta de espacios con la que se encontró y tuvo que convivir. Por el rival, que naturalmente asumió su papel de reparto e intentó ahogar en base a la rispidez y la pierna fuerte al circuito de juego del equipo de Almeyda. Y por River mismo, que venía de sufrir una dura derrota y debía asumir este compromiso de riesgo para soñar con la punta del torneo.
En la jerga se piensa cuando asoman este tipo de enfrentamientos, que en cuanto el más poderoso concreta el primero, el resto llegan solos. El tema es hasta que se rompe la paridad. En igualdad de condiciones, y jugando con las dimensiones reducidas del Raúl Conti, Guillermo Brown se ordenó tácticamente con dos líneas de cuatro fijas, siempre en su terreno para no permitir que la fluidez del circuito de fútbol millonario se concrete.
Pierna fuerte, mucha lucha, el biotipo favorecía al local, porque lo de La Banda pasa más por la buena utilización de la pelota. Aguirre intentando crear y gestionar esa movilidad con la que su equipo suele nutrirse, cada vez que buscó hacer amplio el terreno con Sánchez y Ocampos, provocó lo mejor. Por el centro, todos los caminos abnegados por la férrea marca de Aciar para contener y las espaldas cubiertas por las entradas y salidas de los zagueros.
Cuando el panorama se presenta complicado por lo bajo, las pelotas detenidas suelen ser cruciales. River se encontró con el puntapié inicial de la goleada por esta vía, cuando por lo bajo no alcanzaba a ser del todo sólido y constructivo. El pibe Ocampos se metió en el área chica como una tromba, y por el primer palo anticipó a todos, incluso al arquero Pereyra, para desviar un envío del Chori Domínguez y clavar un cabezazo tremendo al ángulo.
Desde este hecho, todo fue más sencillo para el conjunto de Núñez. Consolidó su idea de juego ante un rival que ya no encontraba en la presión la fórmula para estabilizar las diferencias entre uno y otro. Y River, como viene ocurriendo desde que comenzó su periplo por la B Nacional, a partir de ir ganando, acrecienta su verticalidad y establece la superioridad.
El segundo tiempo sirvió para florearse, para soltar todo el potencial goleador y resolver la cuestión. Rápido, casi a los 20 segundos, el Chori Domínguez marcaba el segundo y ponía la tranquilidad. Ya no hubo duelo, porque el Millo mostró en la práctica todo su potencial ante la creciente ola de espacios que concedía Guillermo Brown.
Cavenaghi, el goleador del torneo, apareció dos veces en el partido y facturó en las dos. En la primera para poner la puntita del pie y pescar un rebote largo del arquero Pereyra, y el póker tras un derechazo por lo bajo desde fuera del área.
River hizo la lógica. Tras el primero, sobrevinieron los otros tantos. 
El descuento, para no irse zapatero, los convirtió desde los doce pasos Bottino. También necesita aprender de estas experiencias, del interior, de las canchas chicas y el público agradecido y hasta admirador.


IVÁN ISOLANI
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