21:03 CON EL TIRO DEL FINAL


River llenó todos los formularios para volverse con algo más, pero lo terminó perdiendo. Hizo todo para superar con claridad al rival, para someterlo. Todo menos lo más importante, el gol. Sin eso mi viejo, los partidos no tienen definición más que la paridad. O en derrota. Porque los goles que se erran en un arco se padecen en el propio. Situaciones de todos los colores, en una tarde en donde el Millonario fue vertical y profundo, y en muchos momentos le llegó al hueso al conjunto correntino, que zafó por las impericias en las definiciones y por las manos del Gato Sessa, y lo ganó en el descuento con gol del Ogro Núñez.
Como los tres del fondo achicaban a espaldas de los mediocampistas, la posición de Alejandro Domínguez, flotando por los márgenes solitarios, era sustento para enraizar todo el despliegue. El Chori, intermitente y como un semáforo, se prendió poco y se apagó demasiado rápido con respecto a lo que podía serle útil a su equipo. Aguirre, más retenido al lado de Cirigliano, oficiaba de satélite del contención contribuyendo en el equilibrio y también para darle un primer destino a cada salida.
El negocio millonario estaba por los costados, más precisamente por la diestra. Una de las virtudes que supo mostrar la Banda en anteriores presentaciones, y que hoy parecía ser un aspecto a explotar, era la facilidad para arrancar las acciones por una banda, romper con el toque lateral para ser profundo y vertical, y que el punto culmine sea en la definición por el otro sector. En casi todos los pasajes, Sánchez fue para delante sometiendo a Friedrich, a veces secundado por la proyección de Abecassis, aportando la cuota de desborde y abastecimiento para que el equipo generara situaciones netas.
Hoy el uruguayo fue el motor del equipo. Con sentido de profundidad e intentando siempre ampliar el terreno, desde su agresividad y para hacer de su carril una autopista sin oposición que pueda contener, y desde cada una de sus intervenciones, River se fue erigiendo como el único equipo con convicción ganadora en la cancha. Redujo al equipo correntino a no pensar el encuentro, sino a correrlo, presionando muchas veces de manera desorganizada, y a dedicarse ya no a destruir en el medio el circuito de juego, sino a bancar cada vez más replegado al arco de Sessa, activando los anticuerpos sin poder hacer otra cosa al respecto.
Si River no terminó llevándose los 3 puntos del Noroeste, fue por propia impericia a la hora de rematar la cuestión. Imprecisos todos a la hora de la puntada final, ante un conjunto que replegó gente a troche y moche cerca de Sessa, pero que aun así falló a la hora de defender al hombre que llegaba desde atrás rompiendo con el estatismo de los defensores. La Banda se desgastó poco para concebir las situaciones, pero se estresó al momento de definir, y cuando no le erró al arco, encontró en Sessa a la única resistencia correntina.
Sobre el final, un centro bombeado desde la derecha que cayó en el punto del penal, y entre la mala salida de Chichizola y la duda de Maidana, la pelota le quedó por el fondo a Cristian Núñez, que de primera la tocó al arco vacío ante el estupor general. Cómo River perdía este partido, sólo se explica desde la efectividad para traducir situaciones de gol en, justamente gol.

IVÁN ISOLANI
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